El calor de las imágenes de Rafael
Cuando aún vivimos al calor del año Rafael, de ese quinto centenario de su nacimiento, cumplido el pasado 6 de abril, y a la espera de esa muestra de su obra que el Prado prepara para la presente temporada, la segunda cadena de RTVE nos ha ofrecido, en dos sábados consecutivos, sendas partes de un excelente documental sobre la figura, la obra y el entorno del pintor de Urbino.Esta producción, de dos horas, de la BBC y R. M. Arts, ha sido escrita y narrada por David Thompson, mediante un muy sugerente discurso que nos va encadenando la génesis de la producción pictórica y arquitectónica de Rafael con el análisis de sus concepciones estéticas y el contexto en, el que se desarrollaron, con contrapuntos como los de Braníante y Miguel Ángel, en esa Roma de Julio II y León X; de Baldassare Castiglione y Pietro Bembe, esa Roma que reedifica su esplendor sobre el redescubrimiento de su propio pasado, en una época incomparable que nos es descrita a través del prisma de tino de los artistas de mayor poder mítico que ha dado la historia.
Y el discurso de Thompson sabe sortear los equívocos que suele generar la idea de divulgación, mostrando cómo la claridad de exposición no está reñida con la complejidad y el rigor crítico, o incluso con la emoción y la alusión sugerente.
Dicha narración ha sido servida por un rodaje minucioso, realizado en los escenarios rafaelescos y con las obras originales (sólo una parte de éstas ha sido filmada a partir de transparencias, de una excelente calidad de reproducción), permitiendo una traducción pormenorizada del texto, en la que cada argumento encontraba su imagen precisa. Un ejemplo de esa descripción y análisis minucioso a través de la obra pictórica, su evolución previa en los bocetos y las fuentes iconográficas que inspiraron al artista lo tuvimos en el sugerente recorrido por los frescos de la Stanza della Segnatura.
Una realización sobria y efectiva iba trabando imágenes y discurso, partiendo de un cierto deseo de neutralidad objetiva, en un intento de eclipsarse en favor de la obra, de no poner otra emoción que no fuera la que se deriva de las propias imágenes de Rafael. Y tal vez el único reparo que pudiera oponerse ante este documental se refiera precisamente a ese criterio de realización. Ese querer servir sin notarse, en el grado planteado aquí, traicionaba un tanto lás posibilidades y exigencias propias de un medio tan dinámico como televisión, eludiendo todo énfasis, cayendo en silencios de música y voz, demasiado prolongados, que, en algurios puntos, afectaban al ritmo de la narración. Con todo, éstas no son sino cuestiones de opinión, pequeños acentos que no lograban empañar, al fin, el impacto final de este espectáculo, ejemplar por tantos aspectos.
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