El Papa hace una firme condena de la carrera de armamentos
El papa Juan Pablo II hizo ayer, en su tradicional mensaje navideño, una nueva y firme condena de la carrera de armamentos y de la guerra. Al dirigirse a las 80.000 personas presentes en la Plaza de San Pedro del Vaticano y a millones de telespectadores que siguieron la ceremonia desde todo el mundo, el Pontífice pronunció un mensaje en forma de plegaria, antes de impartir la solemne bendición apostólica Urbi et Orbe.
Con voz fuerte e insistente, el Papa pidió a Dios que "mire con los ojos del niño recién nacido a los hombres que mueren de hambre, mientras sumas ingentes son empleadas en armas". "Miro", siguió diciendo el Pontífice, "el tremendo dolor de los padres que asisten a la agonía de los hijos que piden el pan que no tienen y que podría serles proporcionado aun con una pequeña parte de los gastos hechos en sofisticados medios de destrucción mediante los cuales son cada vez más amenazadoras las nubes que se condensan sobre el horizonte de la humanidad".
El Papa pidió a Dios que "escuche el grito de paz que se eleva de las poblaciones atormentadas por la guerra" y que hable "al corazón de cuantos pueden contribuir, a través de la negociación y el diálogo, a soluciones equitativas y dignas de las tensiones actuales".
Juan Pablo II suplicó a Dios que mire "el camino ansioso y atribulado de tantas personas que luchan por procurarse los medios de subsistencia, por progresar y elevarse" y a "los pueblos que están sin alegría y sin seguridad porque ven conculcados sus derechos fundamentales".
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