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Dos agraciados buscaban un número desde hace tres años porque lo vieron en sueños

Luis Miguel Patiño Ganuza, de 13 años, alumno del colegio de San Ildefonso, que cantó el número premiado con el gordo, sembró ayer sucesivamente, confundido por los nervios del momento, la alegría y la decepción entre los poseedores de un número que difería del que luego resultó ser el gordo en una sola cifra. El niño cantó el número 53.268, y su compañero lanzó de inmediato la bola al aire y gritó: "250 millones de pesetas". El presidente de la mesa corregiría después, para que así constase en acta, el número que en realidad figuraba en la bola, el 53.288.

Aparte de la decepción de los que creyeron durante un instante haber ganado millones, la jornada resultó prolífica en anécdotas. El sueño, en el sentido más literal de la palabra, de dos empleados de la compañía Valenciana de Cementos, que coincidieron en ver mientras dormían hace tres años el número 42.812, ha proporcionado 60 millones de pesetas al personal de las oficinas centrales de la empresa, al resultar premiado con el tercer premio.

Apresurada felicitación

"Desde el día que comprobamos que habíamos soñado con el mismo número", explicaron ayer, "lo hemos buscado allí donde se encontrara. El primer año fue en Almería; el segundo, en Castellón, y éste, en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz, que es donde se vendió". Un empleado de la cadena de papeles pintados Los Tigres, de Barcelona, no salía de su asombro cuando le avisaron de que le había tocado el gordo. Su decepción fue tremenda cuando comprobó que a quien efectivamente le había sonreído la suerte era a su suegra. Sus compañeros, en la confusión de los primeros momentos, se presentaron en la administración donde se había vendido el décimo con dos camiones, cargados con dos grandes tigres de peluche, anagrama de la empresa citada, para recibir al supuesto millonario. Éste, en realidad, sólo había ganado 200.000 pesetas de una participación que le dio la madre de su esposa.

Gregorio Rodrígez, de 26 años, barrendero de la localidad vizcaína de Guernica, se enteró por medio de su mujer, mientras comía un bocadillo, de que había conseguido cinco millones de pesetas del segundo premio. Por otro lado, dos jóvenes vascas, una de ellas en paro, agraciadas con 1.200.000 pesetas, piensan utilizar el dinero para montar en Barcelona un pub, a pesar de que, según dijeron, "en Cataluña hay poca marcha".

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