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Gerardo Iglesias ganó las primeras votaciones en la jornada inaugural del congreso del partido comunista

El XI Congreso Nacional del Partida Comunista de España comenzó ayer con dos votaciones favorables al sector que encabeza el actual secretario general, Gerardo, Iglesias. La tensión entre gerardistas y los partidarios de su antecesor, Santiago Carrillo, se agudizó tras el informe presentado por el secretario general, donde, sin citarle expresamente, se ataca con dureza la política seguida durante la etapa presidida por Carrillo.

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Una propuesta emanada de la delegación del País Vasco -carrillista- para reformar el reglamento del congreso fue derrotada en apretada votación por 390 votos contra 335 abstenciones y 18 en contra. Previamente, una votación acerca de la composición de la mesa, presidida por el alcalde de Córdoba, Julio Anguita, también fue ganada por los gerardistas, por mayor margen -415 contra 284 abstenciones y 42 negativos-, sí bien las concesiones de última hora, admitiendo a varios carrillistas más en la mesa, restaron significación a este resultado.Carrillo y sus seguidores tratarían, posteriormente, de restar importancia a estas primeras votaciones, asegurando "no haber puesto toda la carne en el asador" en las mismas. Fue de notar cómo las principales delegaciones - Andalucía, Comunidad Valenciana, Madrid...- votaban casi en bloque, salvo contadas excepciones, las posiciones de sus respectivos líderes: Iglesias, en el primer caso; Carrillo, en los dos últimos.

Como síntoma de las dificultades que esperan a este congreso, cabe resaltar el hecho de que la sesión inaugural empezó con dos horas de retraso; las negociaciones de pasillo, que incluyeron una nueva propuesta de aplazamiento del congreso por los carrillistas, causaron la tardanza. Fue Simón Sánchez Montero, uno de los veteranos del Comité Central, el encargado de dar la bienvenida a los 809 delegados, a los invitados extranjeros -representantes de 40 partidos, aunque no personalidades de especial relevancia- y a los miembros de otros partidos -solamente el secretario general del CDS de Adolfo Suárez, Jose Ramón Caso, respondió a la invitación-.

El punto central de la jornada inaugural fue la presentación del informe del secretario general. Gerardo Iglesias invirtió más de dos horas y media en la lectura de los 120 folios que componen el informe, estructurado en varios apartados: internacional -comprendiendo el no a la OTAN y la repulsa a los bloques militares-, economía nacional, política nacional -con durísimas críticas a la labor del Gobierno socialista- y, finalmente, causas de la crisis del PCE y soluciones para el futuro.

Aunque existan ligeras discrepancias de matiz en los primeros apartados -priman, en cualquier caso, las coincidencias-, es en la explicación de las causas de la crisis comunista, y en las posibles soluciones para atajarla, donde radican los enfrentamientos entre gerardistas y carrillistas, enfrentamientos que dividen radicalmente a todos los asistentes al congreso, donde no faltan, incluso, muestras de hostilidad personal.

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Trabajo "por arriba"

Algún silbido aislado, pronto silenciado por la mayoría, acogió la parte del informe en la que Iglesias denunció que "lo que más ha desgastado al partido ha sido el trabajo por arriba, produciendo la desmovilización del partido y una escasa participación de los cuadros y militantes en las elaboraciones políticas".El secretario general se refirió a que "hemos llevado un intenso trabajo de imagen democrática del partido, hemos llevado inteligentemente las negociaciones y el trabajo para nuestra legalización, y luego, en la política de consenso -necesaria sin duda-, hemos ido cayendo paralelamente en una tendencia hacia la institucionalización del partido". Más tarde, Iglesias criticó también la tendencia a resolver los problemas internos mediante lo que, eufemísticamente, llamó "medidas administrativas" refiriéndose a las expulsiones.

Posteriormente, acosado por los informadores, Carrillo no dejaría de acusar el golpe: "una crítica maniquea del período anterior, superficial, poco científica y poco marxista", fue la opinión del ex secretario general sobre esta parte del informe de su sucesor. Carrillo anunció su intención de pedir hoy la palabra para, como ex secretario general, replicar adecuadamente a las veladas acusaciones de Iglesias; dudó mucho de que hoy pueda votar sí al informe y acusó el "monolitismo" de la actual dirección a la hora de hacerse con las riendas del congreso. Pese a todo ello, aseguró que, gane quien gane este congreso, el partido no se rompería; sugirió "maniobras poco claras" en connivencia con un periódico madrileño -que ayer publicó un suplemento especial sobre el PCE, distribuyendo gratuitamente ejemplares- y opinó que "no existe minguna posibilidad" de llegar a un consenso en torno al nombre de un nuevo secretario general para el partido.

La personalidad del próximo secretario general comunista constituye una de las incógnitas de este XI Congreso, incógnita que solamente se resolverá el próximo domingo, cuando se reúna el nuevo Comité Central elegido ese mismo día. Si las votaciones de ayer son indicativas, Iglesias seguirá al &ente de un partido dividido gracias -a una mayoría muy exigua. Hasta el momento, nadie conoce con certeza si los carrillistas acabarán presentado alguna alternativa, citándose los nombres de Jaime Ballesteros y Adolfo Piñedo.

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