Susana, una 'mala mujer'
Susana demonio y carne es un dramón protagonizado por una mala mujer, la exuberante Rosita Quintana que se fuga de la cárcel para dedicarse a la destrucción moral de una familia. No hace falta decir que las simpatías de Buñuel se inclinan del lado de Susana y todas sus presuntas maldades -no sólo seduce a la población masculina de la hacienda de Fernando Soler, sino que también le arrebata el gobierno de la casa a la esposa- son vistas como verdades, que descubren la mentira y el convencionalismo de la familia burguesa. Se trata de una operación de inversión de valores, de volver del revés la ficción, de poner en primer término las mistificaciones. Buñuel fue un especialista en la materia, no tanto porque se viese obligado a ello por los execrables guiones que los productores ponían en sus manos, como por su capacidad para ver más allá, para traspasar la realidad, ya sea buceando en el subconsciente, ya sea forzando la literalidad al máximo.
Susana, demonio y carne es un filme del que el propio cineasta afirma "no tengo nada que decir, salvo que lamento no haber subrayado la caricatura en el final, cuando todo termina milagrosamente bien. Un espectador no avisado puede tomarse en serio este desenlace".
Lo más sorprendente de Susana, demonio y carne es que se rodara inmediatamente después de Los olvidados. Según parece el éxito de Cannes aún no se había valorado lo suficiente como para liberar al director aragonés de los encargos de Oscar Dancigers, un productor al que Buñuel le debe la subsistencia y alguna de sus peores películas.
En realidad, este ciclo Buñuel en México ha tenido dos puntas Los olvidados y Simón del desierto (que es muy posterior) -siendo el resto material que sólo puede interesar a los especialistas o cinéfilos recalcitrantes, dispuestos a soportar duelos canoros y folletines desaforados a cambio de unos pocos destellos de genio y la sorna de un espíritu burlón, que, lentamente, irá pasando a un primer plano-. Los grandes filmes mexicanos de Buñuel -La vida criminal de Archibaldo de la Cruz, Nazarín, El ángel exterminador, Él- están aún por venir y con ellos ha de elevarse el nivel del ciclo.
Basada en una obra de Gogol, El inspector general es un vehículo para el lucimiento de Danny Kaye, un cómico gesticulante y danzarín, muy blando, del que tan sólo permanecen algunos gags de Un gramo de locura, o de los entresacados de las andanzas de Walter Mitty. Aquí está arropado por excelentes secundarios, como el grueso y clásico malvado Walter Siezak, Elsa Lanchaster y los eficientes Gene Lockhart y Bárbara Bates. El director es Henry Koster, un hombre cuyo momento estelar consiste en ser el funcionario responsable de La túnica sagrada, primer filme de la historia en cinemascope.
La acción transcurre en los estudios de la Warner, incluye 7 canciones -eso en la versión americana- y la gracia consiste en que Danny Kaye, que es un vagabundo analfabeto, es confundido con el temible inspector general, equívoco del que surgen todas las actuaciones cómicas.
El inspector general se emite hoy a las 15.35 por la primera cadena. Susana, demonio y carne se emite hoy a las 21.30 por la segunda.
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