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Pataleos ante el plan general

Se han presentado unas 3.000 alegaciones ante el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, aprobado en mayo pasado por el Ayuntamiento y cuyo período de información acaba de terminar. No son muchas, en opinión del autor de este trabajo, quien señala que no existe una contrapropuesta global y seria al desarrollo urbanístico racional de la capital de España, y que se trata de una oportunidad histórica de alcance incalculable.

Ha finalizado recientemente el período de información pública del Plan General de Ordenación Urbana, que aprobó inicialmente en mayo de este año el Ayuntamiento de Madrid.Las alegaciones presentadas han sido realmente pocas en relación con las que la experiencia de planes anteriores permitía aventurar. Tres mil observaciones o alegaciones no suponen una contestación importante a un documento de tan exhaustiva incidencia sobre el futuro de la ciudad. Las opiniones de carácter general de empresarios, promotores inmobiliarios, colegios profesionales, cámaras de la propiedad, etcétera, aun presentando en alguno de los casos un lenguaje de contestación duro y crispado, no consiguen hacer superar la impresión de que no existe una seria contrapropuesta al desarrollo de la ciudad que propone el Ayuntamiento. Con independencia de los textos concretos, las opiniones públicas en general, el interés por polemizar o defender situaciones supuestamente afecta das por el Plan General ha sido, y debemos todos reconocerlo, de muy reducida tensión informativa. Podría parecer que la CEIM, ASPRIMA, la Cámara de la Propiedad y otras agrupaciones similares afrontan la aplicación del Plan General con una doble impresión; por un lado la valoración de sus asesores jurídicos y técnicos que hacen complejas interpretaciones para cumplimentar el encargo de decir que el Plan General es malo; por otro lado la sensación de los dirigentes de que a la ambiciosa pro puesta municipal de futuro no pueden contraponer más que el pataleo de sus asesores, sin discutir el proyecto en su conjunto.

Si esta interpretación fuera real, si existiera esta valoración de derrota por parte de los agentes inversores privados en la ciudad, la Corporación Municipal no dejaría de preocuparse seriamente. El Ayuntamiento de Madrid no pretende plantear el Plan General en términos de confrontación.

Que el Plan General es un documento extremadamente moderno y afinado, que su metodología de redacción inspira hoy cualquier acción o reflexión en materia de urbanismo no sólo en Madrid, sino en España entera, son cuestiones que están fuera de toda duda. Pero para el ayuntamiento, para la ciudad en su conjunto, el Plan General no es sino un instrumento. De importancia histórica innegable, pero sólo un instrumento. Esencialmente, el Plan General es el instrumento de definición exacta de las relaciones y formas de intervención en el desarrollo y transformación de la ciudad en el próximo decenio, es nuestra oportunidad colectiva de la construcción ordenada, de la superación del desequilibrio, de la mejora de la calidad de vida de los madrileños.

Para que el Plan General pueda constituirse en ese marco de intervención razonable en la ciudad, además del ambicioso documento de definición urbanística formal del futuro Madrid que ya es, hay que concertar en su derredor las uniones de todos. De ahí que sea importante poder contar con una opinión de los inversores privados formulada desde la visión de futuro optimista y no desde la contestación que no por minuciosa deja de ser irrelevante.

Inversiones racionales

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También en el campo de la intervención pública el Plan General debe jugar un papel de catalizador de la racionalidad. Nunca mejor que ahora en que se inicia la construcción de la comunidad autónoma, es posible definir con exactitud y generosidad las relaciones entre Administración central, autonómica y local en materia de urbanismo e infraestructuras a partir del Plan General. Y en este ámbito no es sino afirmar lo evidente que en la región de Madrid la capital debe jugar un papel singular, solidario pero especial.

Efectivamente, el documento de Plan General de Ordenación de Madrid abre numerosas iniciativas de transformación urbana en las que necesariamente deben coexistir tanto el interés y la participación activa de la Administración central y autonómica como la legítima dirección del proceso por el Ayuntamiento.

La ciudad, en su doble condición de capital de España y capital de la región de Madrid, necesita de un compromiso de inversión pública en atención a los problemas reales con que se enfrenta el Ayuntamiento en su voluntad de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, y este compromiso no puede tener un mejor marco de definición que el propio Plan General. A partir de este documento podrá patentizarse la realidad de nuestra entusiasta defensa de la sólida organización de la autonomía regional, compatible con una igual de entusiasta defensa de la autonomía local.

Para ello, para que el doble papel del Plan General como marco de la intervención de los particulares por un lado y de las Administraciones públicas por otro sea una realidad inmediata, el Plan General de Madrid, como reflejo urbanístico de la voluntad política de la Corporación, perfilará y apurará sus determinaciones, modificándolas si ello fuera preciso para constituirse definitivamente en el campo de juego de un proyecto colectivo de construcción conjunta y organizada del futuro Madrid.

Ni por protagonismos personales, ni por sostén irracional de posiciones particulares ancladas en el pasado, ni por falta de visión despejada de nuestro momento económico y político, sería lícito, históricamente, desaprovechar esta opor tunidad de coordinación, racionalidad y justificada ambición de progreso.

es primer teniente de alcalde y diputado del PSOE por Madrid.

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