La 'quinta del 77'
El palacio del Congreso de los Diputados vivió ayer unos de sus contados días solemnes, tan gratos al presidente de la Cámara, Gregorio Peces-Barba. Engalanado como en las grandes ocasiones, el caserón de la carrera de San Jerónimo experimentó, durante algo más de media hora, la emoción de volver a acoger a algunos de los valores parlamentarios, políticos o intelectuales, presentes en la legislatura de 1977. Así, volvieron ayer al hemiciclo diputados como Dolores Ibárruri Pasionaria, Rafael Alberti -con sus originales atavíos- o los ex senadores reales Camilo José Cela, Jaime Carvajal y Urquijo o Antonio Pedrol Rius.También regresaron tantos otrora poderosos de Unión de Centro Democrático: Fernando Abril, Soledad Becerril, Luis Gámir, Fernando Álvarez de Miranda, Antonio Fontán y muchos más. Volvieron igualmente ex diputados que hoy presiden autonomías, como Jordi Pujol o Jerónimo Albertí, aunque faltó Rafael Escuredo, a causa de una inoportuna niebla que impidió la salida de su avión. Hubo abrazos emocionados, a la antigua.
Sentado en el lugar que hoy ocupa el jefe del grupo mayoritario de la oposición, Manuel Fraga, Adolfo Suárez tenía a su lado a quien fue su sucesor en la presidencia del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, y ambos constituyeron objetivo prioritario de los fotógrafos cuando fueron saludados por Landelino Lavilla, el último presidente del Congreso y último presidente de UCD tras Suárez y Calvo Sotelo.
El actual presidente del Congreso, con el collar propio de su rango al cuello, actuaba como magnífico maestro de ceremonias, y apenas perdió la compostura unos segundos en la ocasión en que el Rey, en un error, le cedió la palabra, cuando en realidad el turno protocolario correspondía a Fernando Álvarez de Miranda, el hombre que presidió el Congreso de los Diputados en las Cortes constituyentes.
No asistieron tres de los padres de la Constitución: Miguel Herrero de Miñón, Emilio Attard y Gabriel Cisneros. No llegó a tiempo Xabier Arzallus del PNV. Desde la tribuna de los invitados vigilaban la sesión el Defensor del Pueblo, el Nuncio papal, el presidente del Tribunal Constitucional y otras autoridades.
Tan sólo un rostro desconocido entre quienes abarrotaban ayer el hemiciclo: el de Salvador Soriano García, propietario de un bar en Murcia y homónimo de un ex diputado centrista. Por error, Soriano recibió el diploma y la invitación que correspondían al ex parlamentario del mismo nombre, y, aunque extrañado, se apresuró a presentarse en la ceremonia. Fue colocado en un escaño preferente.
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