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ANDALUCÍA

El Ayuntamiento de Sevilla emprende una campaña para mejorar la estética de la ciudad

Mientras las fuerzas vivas de Sevilla están pendientes de la Exposición Universal de 1.992, conmemorativa del V Centenario del Descubrimiento de América, a la que se atribuye el poder de operar grandes transformaciones urbanísticas en la ciudad, ya hay quien, con pequeñas realizaciones, está tratando de hacer la vida más grata a los sevillanos mejorando la estética de su entorno. Pavimento, farolas callejeras y hasta quioscos de prensa se están transformando en la capital andaluza.

El concejal delegado de Infraestructura y Equipamiento Urbano, Javier Queraltó, al frente de un equipo escaso y entusiasta de técnicos municipales, está empeñado en que Sevilla no se despersonalice como ciudad más de lo ya lo han hecho varias décadas de improvisación y desarrollismo a todo trapo, "en las que el ayuntamiento ha perdido la iniciativa y no ha tenido su propia política". Un empeño que incluye el control de la publicidad, rigurosamente prohibida en torno a los; monumentos histórico-artísticos.Pero no se trata de preservar sólo los grandes monumentos identificatorios de Sevilla, sino de defender la trama urbana creada por los siglos, las calles y plazas concebidas como espacios de convivencia, todo lo que rompió la irrupción de los vehículos de motor, que terminaron convirtiendo a las vías urbanas en carreteras. Para empezar, el asfalto está siendo sustituido por el adoquín tradicional.

"Si tuviésemos capacidad, pondríamos todo el casco histórico de adoquín", confiesa Queraltó. Las limitaciones presupuestarias se imponen, y lo que hace el ayuntamiento es aprovechar los desperfectos que se van produciendo en el asfalto para irlo sustituyendo en determinadas zonas ciudadanas. La marea negra que se impuso en los últimos años sesenta está siendo combatida en sitios como las plazas de San Francisco, El Salvador y El Pumarejo. En los primeros, además, el cambio de suelo coincide con un cambio de uso, al declararse peatonales las dos plazas.

El adoquín tiene, entre otras, la ventaja de que obliga a disminuir la velocidad de los vehículos, lo que debe ser entendido como un tanto a su favor, además de ofrecer una textura menos fría y sistemática que el asfalto, más adecuada a la Sevilla tradicional. Ocurre que es mucho más caro en dinero y en tiempo de instalación, "y hay que pensar también en los barrios que todavía carecen de pavimentación de ninguna clase".

Otra de las preocupaciones estéticas de la delegación de Infraestructura y Equipamiento Urbano es el mobiliario de la ciudad, tanto su diseño como su localización. En lo que se refiere, por ejemplo, a los quioscos de prensa y chucherías, la situación actual es que se puede instalar cualquier cosa en la que quepa una persona, siendo para ello suficiente el informe favorable de la Policía Municipal.

En el futuro se aprobará un modelo común, que irá incluso al pleno del ayuntamiento, con recuperación de los elementos tradicionales, en el que la funcionalidad se combinará con la imagen. Serán a rayas verdes y blancas, como en los años treinta.

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