El pozo de Watergate
Alan J. Pakula es un director norteamericano, de la escuela neoyorquina, compañero y discípulo de Robert Mulligan, y, como él, un cineasta ligado al movimiento de intelectuales que se identificaron como grupo alrededor de la figura y la política del presidente John Kennedy. La muerte de éste acabó con el movimiento como tal, pero dejó huellas en sus miembros más brillantes.Pakula era entonces un joven productor, y comenzó a hacer cine, a la par que Mike Nichols y otros de su generación, varios años después de la tragedia de Dalias, hacia 1968, en la época del estallido de la protesta estudiantil y de la implantación de nuevos modos, más libres, en el cine norteamericano.
Pakula es de los que cultivaron estos nuevos modos pero siempre con un pie amarrado al pasado, a las tradiciones más sólidas del cine de su país. Su segunda película, Klute, de 1969, tal vez la más intensa de cuantas ha hecho, es una brillante combinación de cine negro tradicional y de thriller político neokennedysta. El resultado es sólido, pero híbrido y finalmente algo superficial. En cualquier casojos trabajos interpretativos de Jane Fonda y Donald Shuterland son excelentes, y detrás de ellos así como del oscar de Jane Fonda, está la mano del joven director.
Todos los hombres del presidente, filme basado en el libro de los pariodistas del Washington Post Bob Woodward y Carl Bernstein sobre el asunto Watergate, sigue muy de cerca la línea de Pakula inaugurada en Klute y casi se pueden calcar los juicios que merece la primera aplicados a la segunda: mescolanza híbrida de thriller tradicional y tesis política de signo liberal, que da cierta impersonalidad al filme y lo sitúa muy por debajo de la potencia testimonial del libro, pero que, en cualquier caso, es siempre cine digno, correcto y con buena dirección de actores.
En Todos los hombres del presidente el reparto es largo y muy atractivo. Dustin Hoffman hace una buena recreación, llena de inventiva, de Carl Bernstein; y Robert Redford, que no es un buen actor, lo parece en su sobria encarnación de Robert Woodward. Pero, muy por encima de ambos, el veterano y admirable Jason Robards hace una corta y perfecta interpretación del legendario director del Washington Post Benjamin Bradlee. Por este trabajo le concedieron a Robards un merecidísimo oscar al mejor actor secundario del año 1967. Martin Balsam y Jack Warden, buenos practicones del cine de la escuela neoyorquina, bordan sus personajes.
La película es, más que una inmersión en el pozo negro e insondable de Watergate, un buen trabajo documental sobre el periodismo de investigación porteamericano. Tiene escenas muy logradas, como la de los misteriosos contactos de Woodward-Redford con su fuente secreta Garganta profunda; y otras que se ven desbordadas por la fuerza referencial de los hechos reales, que superan toda imaginación. Pero el balance global es aceptable y el filme puede verse.
Todos los hombre del presidente se emite hoy a las 22.45 por la primera cadena.
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