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Admimistración y empresas discrepan por el alza de tarifas eléctricas de hasta el 38%

Andreu Missé

La reciente subida de tarifas eléctricas ha suscitado serias discrepancias entre la Administración y determinados sectores industriales que experimentarán alzas próximas al 40%. Los decretos de 13 y 14 de octubre pasado, que establecen un incremento medio de las tarifas del 6%, introducen una nueva normativa que supone una importante racionalización de los precios eléctricos y lleva a la práctica una directriz básica de la filosofía del Gobierno en materia energética. Los incrementos han sido muy diferentes según los sectores.

Mientras los usuarios domésticos han registrado aumentos comprendidos entre el 4% y el 6%, el alumbrado se ha encarecido hasta un 39%; la alta tensión para usos industriales, un promedio del 9,6%; y los sectores del cloro-sosa, ferroaleaciones y electrometalúrgico, un 38%.La directora general de Energía, Carmen Mestre, está convencida de que "se está produciendo un auténtico derroche energético en determinados sectores industriales". Para corregir esta situación, la Administración ha dibujado este nuevo cuadro tarifario con el objetivo prioritario de racionalizar el consumo, aproximando al máximo los precios de la electricidad a los costes reales. Para ello ha reducido drásticamente las tarifas especiales, que suponían rebajas importantes para ciertos sectores y arbitrado un sistema de descuentos para los usuarios que acomoden su consumo a la energía disponible por las compañías eléctricas en cada momento.

Sistemas de descuento

Estos descuentos se desarrollan a través de los principios de interrumpibilidad, estacionalidad y prima del ya existente de discriminación horaria, que en su conjunto podrán suponer descuentos de hasta el 30%. Los contratos de interrumpibilidad concederán rebajas a los industriales en la misma proporción en que faculten a las compañías eléctricas la reducción del suministro en un momento determinado, que coincidirá con la máxima demanda. Con la estacionalidad se pretende trasladar parte de la producción a las épocas de poca demanda, que suelen ser las estivales. Con la discriminación horaria se establecen recargos de hasta el 100% y rebajas de hasta el 43%, según el consumo se realice en horas punta (máxima actividad laboral) u horas valle (noche y fines de semana).Sin embargo, la Administración no quiere arriesgarse a hacer una valoración excesivamente optimista del ahorro de consumo que originará la aplicación de estos principios. A corto plazo, Carmen Mestre confía más en que se reduzca la demanda por el encarecimiento de los precios al desaparecer las tarifas especiales. Para la directora general, se trata de "acabar cuanto antes con el derroche energético y de momento lo único que sabemos es que la elasticidad de la curva precios-demanda funciona, es decir, la medida más eficaz para frenar el consumo es ajustando los precios a los costes reales". Carmen Mestre señala que hay que persuadir a ciertos sectores industriales para que modifiquen sus procesos productivos, con el objetivo de reducir el consumo.

Pérdida de competividad

La nueva filosofía tarifaria ha tenido muy buena acogida en la mayoría de usuarios. Sin embargo, su desarrollo concreto ha despertado ciertas inquietudes en determinados sectores industriales, como cloro-sosa, ferroaleaciones y electrometalúrgico, incluídos en la tarifa E-2, y que por tanto sufrirán alzas, sin contar los descuentos, de hasta el 38%. Estos sectores analizan la nueva situación desde una perspectiva diferente. En efecto, estos industriales manifiestan que con las nuevas subidas dejarán de ser competitivos con los productores europeos. En concreto, señalan que antes de esta última subida ya existía una importante diferencia de precios de la electricidad con los países europeos vecinos. Así, tomando como base 100 el precio del kilowatio/ hora francés, el precio en Italia ascendía a 106 y en España a 115. Los industriales aseguran que incluso aprovechando al máximo los nuevos descuentos, en 1984 el kwh electrolítico español será superior en un 25% y l8'%,, al francés o al italiano respectivamente.Los industriales señalan que estas diferencias son doblemente significativas. Por una parte, las tarifas E-2 han experimentado un incremento del 300%. en los últimos cuatro años, frente IL un incremento medio de la alta tensión del 244% en el mismo período. Por otra parte, hay que tener en cuenta que el valor. del componente energético en estas producciones representa el 63% del coste industrial, es decir, la electricidad constituye la materia prima más importante.

El desajuste de precios energéticos puede tener fuertes repercusiones en la balanza comercial. Hay que tener en cuenta que las exportaciones españolas de derivados clorados ascienden a 15.000 millones de pesetas y que en algunos campos específicos, como en la industria del aluminio, que consume gran cantidad de sosa cáustica, las empresas españolas ya han perdido la batalla ante los países vecinos que ofrecen mejores precios.

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