El trato a los minusválidos
Hace unos días, hacia las 20.30 horas, entramos en el bar Hermanos Díez, en la calle del Conde de Peñalver, 52, que en aquellos momentos se encontraba prácticamente vacío, un grupo de unas 15 personas, entre las que se encontraban siete minusválidos físicos en sillas de ruedas.Cuando nos disponíamos a pedir nuestras cañas, la señora que se encontraba detrás de la barra, que debía de ser la propietaria del local, comenzó a decir frases tales como: "Hay que ver, me van a quitar la clientela, podían haber ido a otro bar, pues no, han tenido que venir al mío... Luego dicen de los atracadores, pero ustedes son igual que atracadores, porque me quitan la clientela... Como si yo tuviera la culpa de la desgracia de estas personas". Lógicamente, nosotros respondimos en tono exaltado -solamente el tono, que quede claro-, y amenazó con llamar a la policía. Por supuesto, le retamos a que la llamara.
Les pedimos el libro de reclamaciones para manifestar nuestra protesta, y respondieron que no tenían. ¿No es obligatorio a los establecimientos públicos tener hojas o libro de reclamaciones sellados y posteriormente inspeccionados por el Ministerio de Transportes, Turismo y Comunicaciones?
Con esta carta no queremos perjudicar al establecimiento en cuestión, pero nuestra indignación debe hacerse oír, porque si podemos comprender la actitud paternalista con que -por desconocimiento- todavía se trata al minusválido físico, lo que nos parece intolerable es una actitud de desprecio y agresión como la que hemos vivido el último domingo cuando pretendíamos tomarnos una caña como cualquier ciudadano normal. /
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