Optimismo generalizado
Triunfar. ¿Qué es triunfar? A lo mejor es algo tan prosaico como el fenómeno alcista que se está generando en los mercados de valores nacionales. Este hecho constituye una clara transgresión a las previsiones que se establecían desde medios especializados, desde donde se recordaba que los niveles de competencia que mantiene el sector público en relación al mercado de emisiones del sector privado haría inviable un relanzamiento de éste, a la vez que la política gubernamental de altos tipos de interés marginaba las posibilidades de establecer un intercambio fluido de títulos de renta variable sin que sufrieran sus precios.Parece que una vez más se ha consagrado el principio de que casi nadie sabe casi nada sobre la bolsa. De esta forma los movimientos alcistas sorprendieron, al menos según testimonios propios, a una selecta representación de los más cualificados representantes de la inversión institucional, que se vieron obligados, por su falta de fe, a montarse en marcha en la corriente compradora, desaprovechando de esta forma los privilegios a los que les hacía acreedores su condición de conductores del mercado.
De esta forma, cuando se pudo detectar la posibilidad de que los bancos fuesen al fin objeto de la atención de los inversores, el pasado jueves, realmente muy pocas posiciones se habían consolidado con anterioridad. La dejación que estaba mostrando la oferta se estimaba como síntoma inequívoco de abandonismo, ante la imposibilidad de materializar sus posturas. De esta forma, apenas fueron de tectados algunos movimientos concretos durante la propia sesión del jueves.
El viernes ya era tarde, y la demanda superaba ampliamente una oferta que acentuaba sus caracteres de reserva y que, en cualquier caso, se replegaba ante la posibilidad de obtener unos precios superiores a los que en esa reunión se marcaban.
Por su parte, la Telefónica observó una curiosa trayectoria. De la atonía negociadora que se podía apreciar mientras los precios de los derechos de suscripción se inantuvieron en torno a las siete pesetas se pasó a una auténtica orgía compradora, que permitía superar ampliamente la cifra de 20 millones de derechos negociados tan sólo en la reunión del jueves. Los abastecedores de estos cupones se instalan en las proximida.des del sector público, que parece tener un cierto excedente de títulos para mantener su compromiso de participación en la sociedad al término de la operación. En cualquier caso, lo que sí parece confirmarse es que los responsables bursátiles de la compañía están sacrificando hipotéticos brillos momentáneos, por evitar el peligro de un desplome de los precios ante un posible embate combinado de la especulación y de los saldos de los depositantes bancarios, aún pendientes de comparecer en el mercado.
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