Carlos I de Inglaterra
no pudo imaginar que el valioso gorro de noche de oro y seda que llevaba cuando fue decapitado en 1649 iría a parar a manos de un dueño de gasolineras. El bonete, que sirvió al monarca para sujetarse los cabellos anie el verdugo, ha sido adquindo en Londres, en casi tres millones de pesetas por George Apter, un coleccionista que se ha enriquecido con una red de estaciones de servicio.
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