La rehabilitacion de un canal de 1858 ha retrasado 45 días las restricciones de agua
El canal de la Parra, con una longitud de 23,7 kilómetros, la primera conducción que suministró agua a Madrid desde el río Lozoya, puesta en servicio en 1858, y que llevaba fuera de uso 80 años, entró ayer de nuevo en servicio gracias a las obras de rehabilitación que ha impuesto la escasez de recursos hidráulicos provocada por la sequía. La situación actual ha obligado al Canal de Isabel II a utilizar de nuevo la vieja conducción, gracias a la cual Madrid ha podido disponer de 50 millones de metros cúbicos de agua suplementarios y alejar el fantasma de las restricciones durante mes y medio.
La presa del Atazar, con 427 millones de metros cúbicos de capacidad, casi el triple del total de las restantes cuatro presas situadas en la cuenca del Lozoya, es la mayor de cuantas forman la red de embalses administrados por el Canal de Isabel II. De la cantidad citada, unos 50 millones de metros cúbicos forman lo que se denomina embalse muerto (el líquido que se encuentra por debajo del nivel de toma y que no puede aprovecharse para el suministro).Éste es el caudal que permitirá aprovechar el canal de la Parra, sin el cual las medidas de restricción del consumo de agua anunciadas por el Canal de Isabel II se hubieran puesto en práctica a últimos del pasado agosto. Las restricciones podrían consistir en cortes del suministro durante varias horas al día o creación de una fuerte sobretasa para los hogares que excedan de un consumo medio preestablecido, en torno a los 300 litros diarios.
La presa del Atazar, como todas las restantes, dispone de un. dispositivo de desagüe en el fondo, algo parecido al tapón de la bañera, que sólo se utiliza cuando es necesario dejar el embalse total mente seco para proceder a una limpieza del fondo, porque la presa necesite obras - de reparación o por motivos similares. Este disposítivo es el que se ha utilizado ahora. El agua muerta del Atazar ha sido devuelta al río Lozoya, sólo para ser embalsada un poco más abajo, en la antigua presa de la Parra, de donde parte al canal de igual nombre. De ahí, a través de la conducción rehabilitada, pasa a la red de suministro habitual del Canal de Isabel II. Estos 50 millones de metros cúbicos, que suponen un caudal de apoyo de unos tres metros cúbicos por segundo, han permitido que las restricciones de agua proyectadas por el Canal hayan podido retrasarse hasta ahora.
Una obra sólida
Después de 80 años de desuso, el canal de la Parra, cuyo proyecto ejecutaron a mediados del siglo pasado los ingenieros de caminos Juan Rafo y Juan Ribera, necesitaba reparaciones profundas, aunque Rodolfo Urbistondo, director del Canal de Isabel II, declaró ayer que no es posible ocultar la admiración que produce la solidez de la construcción original y el nivel relativamente bajo de deterioro de las instalaciones, después del tiempo transcurrido desde la inauguración de las obras y de los prolongados años de abandono.Las obras, que inauguraron ayer Urbistondo y el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, César Clinadevilla, han exigido una inversión de aproximadamente 300 millones de pesetas y se han realizado en sólo los tres meses de verano.Una inspección detallada de las condiciones del canal puso de manifiesto que un tramo de 200 metros de longitud estaba casi hundido, todos los componentes metálicos -con un peso de más 2.000 kilos- oxidados, y algunas partes de la tubería se encontraban ya inservibles. En unos seis kilómetros ha sido necesario consolidar el terreno de asentamiento, además de impermeabilizar de nuevo la conducción
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