Se consiguió sortear el peligro de una nueva baja en los índices

Los mercados nacionales de valores inauguraron la semana salvándose por los pelos de arrojar un balance negativo. La ayuda en este caso vino de la mano de los chicharros comprendidos dentro de los sectores de alimentación y siderurgia, pues los grandes monstruos bursátiles, eléctricas y bancos, continúan dando muestras significativas de timidez e inoperancia, a las que no es ajena la presencia de un volumen de títulos dispuestos a ser puestos a la venta, bastante superior a los que aparecen en los corros.Junto a esto, los posibles inversores muestran una actitud huidiza y evitan adquirir compromisos cuya solución de futuro no aparece muy clara, especialmente cuando no necesitan arriesgar prácticamente nada para conseguir rendimientos anuales del orden del 15% con la garantía del Estado y un nivel de liquidez más que aceptable. Posiblemente por ello los comentarios tenebrosos cobran un cuerpo especial entre un colectivo que no necesita que se le incline en exceso al desánimo, pues ésta viene siendo su actitud diaria.

En el grupo bancario se observó una nueva multiplicación de los saldos vendedores que llevaba el volumen genérico de oferta conocida y sin atender para los siete grandes a 111.591 títulos en el mercado madrileño. Banesto volvía a ser el más afectado por el cambio de humor de los inversores que quedaron pendientes de encontrar compradores para algo más de 57.000 acciones. Los tres puntos que perdía eran un tributo a esta situación, así como los cinco enteros que dejaba Popular reflejaban quizá mas claramente las expectativas, realmente poco favorables, a las que parece enfrentarse este sector. No obstante, el voluntarismo volvió a entreverse en los casos del Bilbao, Central y Santander, que aparentemente forzaron la repetición a pesar de que el horno no parecía estar para muchos bollos. Hispano y Vizcaya, los restantes, optaron por la prudencia y perdían uno y tres enteros, respectivamente.

En el grupo eléctrico tampoco soplaron vientos muy favorables. A los intentos por mejorar la disposición del mercado que los especialistas pretendían generar en los primeros compases de los corros, los operadores acostumbraban a responderles con una oferta bien nutrida que no cedía hasta que no quedaba bien patente el desfondamiento de los arriesgados madrugadores. Sólo Iberduero parecía escapar a este planteamiento genérico y se apuntaba un discreto avance de medio punto, valioso en una reunión como la de ayer, en la que hasta Reunidas de Zaragoza perdía posiciones.

La expectación en torno al incremento en las tarifas que está dispuesta a autorizar la Administración para este último trimestre del año centró una buena parte de los comentarios sobre estas empresas. Aunque durante la mañana no parecían existir datos fiables sobre los acuerdos a que pudieran haber llegado los representantes del sector y el ministro de Industria, Carlos Solchaga, en la cena que mantuvieron el pasado lunes, los rumores teóricamente mejor orientados apuntaban la posibilidad de que el incremento máximo que se autorizase fuera del orden del 4,5%. para los tres meses venideros. Este porcentaje, o los similares que se barajaron, no parecen haber satisfecho en exceso a los inversores, que han venido a sumar al haber de estas entidades la parquedad de la cifra.