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Los sindicatos bristánicos inician su congreso en medio de una crisis interna

Soledad Gallego-Díaz

Los sindicatos británicos, unos de los más poderosos del mundo occidental, celebran esta semana su congreso anual: el 115º de su historia. En esta ocasión no tienen motivos para estar alegres: han perdido medio millón de afiliados en un año, se enfrentan a una legislación cada vez más restrictiva y ni tan siquiera existe la esperanza de que el partido laborista sea capaz de ganar las elecciones dentro de cuatro años. Los sindicatos han perdido influencia en la vida política y social británica y buscan, por el momento sin éxito, una restructuración profunda.

En el Reino Unido, al contrario que en otros países europeos occidentales, no existe más que un solo sindicato por actividad o rama. Todos juntos se federan en el Trade Union Congress (TUC), que celebra una asamblea anual y que se rije por un consejo general. Sus relaciones con el partido laborista son también especiales. El partido nació de los sindicatos y durante muchos años no ha existido un solo documento laborista que no contara con la aprobación del TUC.La crisis económica de los setenta y la forma en la que la encararon los dirigentes sindicales hizo perder popularidad al TUC. Las encuestas demuestran que el ciudadano medio no ha olvidado los desagradables efectos del invierno del descontento (1978-79) en el que una serie de huelgas paralizó casi el país. Los sindicatos resistieron inicialmente el golpe e incluso aumentaron su número de afiliados, pero los cuatro primeros años del Gobierno Thatcher, que ha sabido desarrollar el sentimiento de irritación de la población, les han erosionado fuertemente. Desde 1980 a 1983, el TUC ha perdido 1,5 millones de cotizantes.

Victoria de los moderados

"Hemos superado otras crisis y superaremos ésta", afirmó Len Murray, secretario general del TUC en el acto inaugural del congreso. "En 115 años de nuestra historia, sólo hemos tenido gobierno laborista en 20. Losotros 95 tuvimos Gobierno conservador y aquí estamos". La crisis, sin embargo, ofrece en esta ocasión caracteres más profundos.La humillante derrota de Michael Foot en las pasadas elecciones, bajo cuyo choque se celebra este congreso sindical, ha despertado algunas sensibilidades: el TUC no puede ni debe dictar la política del partido. El partido, por su parte, tampoco debe trasladar al sindicato sus luchas internas.

Los primeros días de reuniones no parecen indicar que los líderes sindicales quieran o estén capacitados para abrir el debate de fondo: cuál es el papel del TUC en la actual crisis económica británica. Hay, sin embargo, algunos indicios de que este congreso será diferente a los anteriores. Frank Chapple, presidente del TUC, polémico líder del ala derecha, propuso también negociaciones con el Gobierno de Margaret Thatcher sin que los congresistas, como hubiera ocurrido hace algunos años, le hicieran callar a gritos. De hecho, el congreso se ha abierto con una victoria del sector moderado, que ha hecho aprobar un sistema de elección del consejo general que reducirá el número de radicales e izquierdistas.

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