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Tribuna
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Desde el aire, una crónica del desastre

El aeropuerto de Vitoria se convirtió en la base de distribución de alimentos, medicinas y mantas para todo el País Vasco. Desde allí iniciamos el vuelo por la zona afectada entre una espesa bruma. En el sobrevuelo hacia Llodio, una de las poblaciones vascas más afectadas por la tromba de agua, podían divisarse desde el helicóptero numerosos vehículos arrastrados por las aguas, puentes destrozados, ríos desbordados y un ir y venir, en las carreteras, de ambulancias con el repique de emergencia.Numerosas excavadoras trabajaban para desbloquear las líneas del ferrocarril, completamente inundadas de escombros y barrizales. Llodio recordaba a la población valenciana de Alcira en su tragedia de octubre del año pasado. Cuatro nuevos cadáveres acababan ole ser encontrados en el pueblo y las conducciones de agua potable: y saneamiento estaban inutilizadas. Hombres y mujeres, envueltos en barro, trabajaban incansablemente para limpiar las partes bajas de los edificios.

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Desde el aparato podían observarse tejados en los que se ha pintado como se ha podido un SOS. Los tonos grises que dominaban todo el ambiente expresaban las secuelas de la tragedia que ha azotado a estas regiones. Cunden los desastres en muchas familias que han llegado a casos como el de una mujer de Echevarri que vio cómo tres de sus hijos se perdían para siempre en las aguas enfurecidas. Sus cadáveres se encontrarían poco después.

Bilbao

Quedaba poco tiempo de luz y nos aproximábamos a Bilbao. Cientos de personas se apelotonaban en las márgenes de la ría, que se desbordó en la noche del pasado viernes. El barrio viejo estaba destrozado. Aterrizamos en un puente, en mitad de la ría y, en ese momento, un grupo de personas salió corriendo de una calle: un bidón de cianuro había sido encontrado en un local y se extendía el temor de que ocurriera algo grave. Muchas personas reclamaban agua y alimentos al Ejército, que había tomado la zona, pero no se permitía repartir más que agua con el fin de que los alimentos llegaran a las personas más necesitadas. Largas colas humanas sacaban con palas el agua y el barro de los edificios y de la calle y los devolvían a la ría.

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Empieza a faltar la luz y nos dirigimos a Pamplona. Hay que volar bajo por la falta de visibilidad y los cables de alta tensión nos han dado un par de sustos. A poca distancia de la capital navarra el capitán del helicóptero decidió volver a Vitoria, ante las dificultades para seguir volando en esa dirección. Aterrizamos en un descampado y dejamos allí al equipo de televisión, para que intentara llegar a Pamplona por carretera. Para informar hay que poder emitir. Es la lucha del periodista.

A las nueve de la mañana de ayer, los helicópteros del Ejército apostados en Vitoria esperaban que mejoraran las condiciones de visibilidad para comenzar la distribución de todo lo necesario. La niebla estaba muy baja. A la localidad vizcaína de Bermeo llegamos a las 11 de la mañana, junto a otro helicóptero que portaba agua y alimentos. Bermeo continuaba incomunicado en la mañana de ayer. A lo largo del día, los vehículos comenzaron a entrar en el pueblo.

La situación era desoladora. La parte baja de Bermeo estaba completamente inundada. Se amontonaban el barro y los escombros. El desbordamiento de los ríos que confluyen en la parte baja acabó con bares, comercios y fábricas de conservas. No hay víctimas por el momento.

El casino ha quedado destruido y 1.500 kilos de atún estaban a punto de echarse a perder en las cámaras de una fábrica de conservas. No hay luz ni comunicaciones telefónicas. En la parte baja se amontonan animales muertos y existe el temor de que pueda iniciarse una epidemia. Los habitantes de Bermeo s quejaban de no disponer de excavadoras o lanzallamas para aniquilar esos cuerpos. La gente reclamaba, fundamentalmente, agua, y se quejaba de que la ayuda les estaba llegando tarde. A los 20.000 habitantes de Bermeo se les requiere un certificado de haber sido vacunados contra el tifus para salir de la población.

Poco después salíamos hacia Santander. Hubo que repostar en Bilbao para seguir el vuelo hacia Cantabria, una región un poco olvidada por los medios de información.

Renedo

A las cuatro de la tarde de ayer Renedo de Piélagos, uno de los pueblos más afectados por las inundaciones en Cantabria, iba recuperando la normalidad. Las aguas del río Pas habían arrasado varias casas y cuadras con el gana do dentro. A la lista de fallecidos, en esta población hay que sumar un desaparecido, Dionisio Gómez Solórzano, de 28 años, que, junto con su padre, fue arrastrado por las aguas. El padre logró ser rescatado por varios vecinos, pero el hijo no tuvo fuerzas para esperar agarrado a un árbol y fue llevado por la corriente. Su cuerpo no ha sido encontrado todavía. La familia (matrimonio y 11 hijos) perdió la cuadra y todos sus animales al ser arrasados por la corriente. Varias industrias han sido completa mente destrozadas. Lactaria Sanz, Cristalería Española, una importante serrería y la única panadería del pueblo han quedado aniquiladas. Los daños no han sido valorados, por el momento.

Los 10.000 habitantes, de Renedo se quejaban del olvido de que han sido objeto por los servicio de socorro. "Se hablaba de Cantabria", decía, llorando, Julia Gómez, que pasó dos días incomunicada con su familia, "pero no se mentaba para nada esta comarca, la más afectada, y nadie venía en nuestra ayuda".

El teniente de alcalde de Renedo, Antonio García (socialista), explicaba ayer que no había pro blemas sanitarios y, "aunque toda vía cunde el nerviosismo porque hay muchas cosas que hacer, se está recuperando la normalidad". La ganadería y las industrias han sufrido daños incalculables.

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