Confiscado el material de seis radios libres francesas
La policía judicial francesa confiscó ayer parte del material de seis emisoras de radios libres entre las que se encuentran las que se dirigían a las comunidades italiana y árabe así como una tercera de católicos integristas. Las sanciones que se derivan de la confiscación pueden alcanzar hasta 9.000.000 de pesetas y tres meses de cárcel. Sin embargo, el Ministerio de Comunicaciones ha prometido retirar las denuncias presentadas por el organismo público Teledifusión de Francia, si las emisoras se comprometen a dejar de emitir ilegalmente.
Los agentes del orden francés encargados de confiscar ayer por la mañana parte del material de seis emisoras de radios libres que emiten en París, actuaron por mandamiento judicial después de que el organismo público Teledifusión de Francia (TDF) hubiera presentado más de diez querellas ante el ministerio fiscal argumentando que las radios libres obstruyen e interfieren ciertos programas de las emisoras estatales.Las radios libres francesas vuelven a estar de actualidad al querer las autoridades del audiovisual que se cumpla la normativa vigente, clausurando todas las emisoras no autorizadas y confiscando su material. Solamente 22 licencias para la capital y otras 58 en los alrededores han sido autorizadas.
La mitad de los solicitantes, de un total de 2.100 aspirantes, se quedan sin frecuencia legal después de llevar emitiendo desde hace dos veranos, en un clima de permisividad que desaparece ahora con el precintado de Carbono-14 y el intento de cierre de una emisora de la oposición de derechas, Radio Solidaridad.
"Si me confiscan la antena y el emisor, me pego un tiro", aseguraba Bernadette D'Arige Villiers, directora de Radio Solidaridad, frente a los policías que venían a clausurar la emisora. Dos días antes, la radio que protagonizó la primera y única experiencia mundial de amor en directo, Carbono-14, sufría la visita policial a instancias del juez que atendía las denuncias de los dueños de las ondas francesas: la empresa estatal Teledifusión de Francia (TDF).
A finales de 1981, la Asamblea Nacional francesa acababa con el monopolio del audiovisual en este país, pero cuidándose muy bien de dejar bien regulado el control de radio y televisión. En el primer caso, la nueva situación jurídica permite la existencia de radios locales en la banda de frecuencia modulada (FM) ante la proliferación de los últimos años. Con la euforia de la victoria de mayo, todavía hay radios autorizadas que no pueden salir al aire al estar ocupado su espacio por otras no legalizadas.
Es el caso de Frecuencia Gay, que comenzó sus programas en 97,2 mhz., horas después del cierre de Carbono-14, cuyo director afirma que volverán a transmitir este mismo domingo. La radio de los homosexuales parisienses está siendo estrechamente vigilada por las fuerzas del orden, que temen un atentado ante las anónimas amenazas de muerte recibidas.
Para finales de año, si las cosas no se complican, habrá en Francia un millar de emisoras independientes de FM. El criterio de adjudicación de frecuencias, criticado por unos y otros, unido a la prohibición de utilizar la publicidad como fuente de financiación, han deslucido una legalización que no sólo habría que considerar revolucionaria sino hasta modélica.
El precedente italiano, donde las ondas fueron tomadas al asalto, como en Francia, aunque sin control posterior para distribuir frecuencias y proteger a los auditores, dista mucho de parecerse al caso galo.
Las radios libres francesas no pueden emitir con una potencia superior a los 500 vatios, por lo que su vocación ha de ser localista, municipal y, a veces, hasta limitada a un barrio.
La pega mayor encontrada por la alta autoridad, que seguía las directrices de la nueva ley del audiovisual, ha sido convencer a los aspirantes a frecuencias disponibles de que debían agruparse para que cupiesen todos. El debate público, entretanto, se centraba en la conveniencia de contar con la publicidad para asegurar la independencia.
Los poderes públicos lo han entendido de otra manera. Los mensajes comerciales, inscritos en el contexto de una radio local de servicios, no harían sino condicionar la independencia de la emisora. Sin convencer a nadie, sabiendo que detrás de esa prohibición estaban los intereses de la Prensa escrita regional, el rosario de autorizaciones había comenzado el pasado mes de abril, sin que las ilegales hubieran mostrado interés en cerrar, acatando la decisión oficial.
A comienzos de esta semana, una veintena de frecuencias de la FM parisiense emitían conjuntamente un programa (La noche de la libertad) para reclamar, en un debate que acabó resultando contradictorio, la "libertad de expresión en frecuencia modulada". Pese a que todos los participantes estaban de acuerdo en rechazar una Iegalización salvaje, a la italiana", no pudo llegarse a un acuerdo sobre los criterios que debían primar para la autorización. Lo que muestra las contradicciones y la confusión que reina en el universo de las radios libres francesas y, especialmente, parisienses.
En la génesis del movimiento, el régimen giscardiano sancionó con dureza las tímidas experiencias de radiodifusión pirata, como entonces se llamaba. En las madrugadas de los fines de semana, TDF pagaba horas extras a sus técnicos para que recogieran la banda de FM lanzando pitidos de interferencia, a derecha e izquierda.
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