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Comienzan en Helsinki los primeros campeonatos mundiales de atletismo

Lewis, a la cabeza de los 'superstars'

Los mejores atletas de todos los tiempos, a excepción de la decena que todavía conservan sus marcas como récord del mundo, van a competir a partir de hoy en los mundiales de Helsinki. Todos ellos han contribuido a que el hombre supere fronteras físicas que hace unos años se antojaban infranqueables. Algunos ya son hoy estrellas deslumbrantes, incluso sin necesidad de haber establecido todavía ningún récord. Es el caso de Carl Lewis, el atleta que ha asombrado al mundo. El interés por seguir sus actuaciones se inició cuando comenzó a apuntar la posibilidad de batir el récord más fabuloso de la historia del atletismo, el de Beamon, de cuyo salto milagroso -8,90 m. en longitud- se llegó a decir que todavía en este siglo no nacería el hombre llamado a superarlo. Detrás de él, hombres como Moses, Ovett, Mennea o Juantorena también tienen su lugar reservado en los tratados sobre mitos del atletismo.

Carl Lewis es un hombre acostumbrado a proporcionar espectáculo. Se prodiga sin límite, sabedor de que su excelente tono muscular no puede resentirse todavía, a los 22 años; cuatro de ellos dedicados a la alta competición. Es usual verle compaginar las pruebas de longitud y 100 metros, sin que ello represente una pérdida en la concentración de cada una de las pruebas; incluso renunciar a efectuar algún salto si le coincide el turno con la carrera de velocidad.Por las venas de Lewis fluye sangre de las tribus africanas que viven en la selva. De otra manera no podría ser tan rápido. Los atletas de color que destacan en las pruebas de fondo tienen sus raíces en las tribus de la sabana. Lewis es un atleta cuyo cuerpo ha sido diseñado por la naturaleza para la velocidad. Sus piernas están tan musculadas como las del hombre blanco, con la ventaja de ser más largas, característica que define morfológicamente al africano.

En Helsinki, Lewis se prodigará hasta la extenuación. Es ambicioso porque sabe hasta dónde puede llegar. Ha asimilado la técnica del atletismo con una disciplina impropia del hombre de color y cree que ha llegado el momento de ganar tres medallas (100, longitud y 4 x 100) y batir el récord de Beamon. Entre series, semifinales y finales participará en ocho ocasiones, si, como es de esperar, va superando las clasificaciones.

Smith, mejor marca

Ahora mismo Lewis no es oficialmente el hombre más rápido. Smith tiene mejor marca en 100 metros, pero conseguida en altitud, donde Lewis todavía no ha tenido oportunidad de competir. Pero en igualdad de condiciones Lewis se muestra imbatible. Su mejpr marca es 9,97, a la que nunca se acercaron Hines (9,95) ni Smith (9,93) a nivel del. mar, que son los hombres que más rápido corrieron los 100 en la historia del atletismo. En 200 es también oficiosamente el hombre más rápido (19,75), porque Mennea (19,72) logró el récord beneficiándose de la altitud. En esta distancia renunció a participar en beneficio de Lattany.

Lewis, en cambio, en longitud se presenta como un auténtico coloso. Detrás de Beamon sólo está él. Ningún otro atleta, ni compitiendo en altitud ni con vientoá favor, ha logrado acercarse tanto ni tantas veces a los 8,90 del récord. Las cinco siguientes mejores marcas de todos los tiempos tienen un nombre común: Lewis. Es el único atleta capaz de garantizar un salto por encima de 8,50. La historia de todos los saltadores está marcada por el salto milagroso que hicieron algún día. En potencia, cualquiera puede saltar 50 centímetros más por encima de las marcas que consigue con regularidad. Lewis ya ha conseguido 8,76, 8,62, 8,62, 8,58 y 8,56 con facilidad. El día que agarre el salto, un "íOh!" de admiración sonará en el mundo.

Mozos, 75 carreras invicto

Edwin Moses, recién cumplidos los 28 años, también estadounidense de color, es una de las mayores figuras que jamás haya dado el atletismo y que en Helsinki alcanzará 78 carreras invicto en 400 vallas. La última que perdió fue en septiembre de 1977 en Berlín, y el hombre que le ganó fue Harald Schmid, el único atleta que ha logrado incrustar una marca suya (47,78) entre las 10 mejores de todos los tiempos. Las demás pertenecen a Moses. La mejor, 47,13.

Moses es tan superior que la falta de rivales le ha llevado. casi alanonimato. El atletismo tiene una gran dosis de competición, y cuando Moses sale a la pista ya se sabe quién va a ser el ganador. Sus enormes facultades le han llevado a conseguir marcas envidiadas en 400 (45,60) y 110 vallas (13,46). Recientemente manifestó sus deseos de conseguir el récord mundial de 800. Su técnica es tan fácil y depurada que le permite hacer la distancia en menos de 47,40, marca que ningún otro hombre ha conseguido rebajar en carreras en las que toma mal el paso de una valla.

Pietro Mennea es el ejemplo de la tenacidad. A los 19 años supo quién podía ser en la velocidad mundial. Desde entonces no cejó en sus empeños de poder alzar algún día su índice hacia el cielo, proclamando que era el number one. Y lo consiguió pese a la presencia de los especialistas de color. En 1979, con 27 años, logró el récord mundial de 200 metros y al año siguiente se proclamó campeón olímpico.

Los mundiales de Helsinki van a marcar el regreso de Mennea. Después de conseguir todas sus metas dejó el atletismo y pasó a ocupar un importante puesto ejecutivo en una empresa italiana; pero entrenando el relevo nacional descubrió que se había retirado demasiado pronto. Todavía recordaba cuándo hace dos años, en la Copa del Mundo que se celebró en Roma, la gente le paraba alrededor del estadio y le preguntaba: "Pietro, per qué, per qué". El año pasado, en vísperas de los campeonatos europeos, hizo unas pruebas y consiguió 20,79, buena marca, pero insuficiente para volver a alzar su índice. Los intensos entrenamientos le han facultado para subir a un podio que hace 11 años ya conoció cuando compitió en los europeos de Helsinki, donde fue sexto.

Ovett, 'el antipático'

Su mirada es dura; las facciones, recias. Es difícil sorprenderle riendo. No es extraño que su imagen sea la de antipático. Sin embargo, es todo lo contrario. únicamente se transforma en la pista. En ella se convierte en un ser ambicioso, que desprecia a los rivales, los insulta y los humilla. Por eso Ovett es el malo de la película. El bueno es Coe, con su gesto dulce y la sonrisa a flor de piel.

Steve Ovett es la excepción a la regla de que la personalidad del atleta en la pista refleja la que muestra en la vida social. Extrovertido, dicharachero, en buena parte desea acabar su vida deportiva para que las competiciones no le transfiguren. Pero es tan bueno, genera tanto dinero para sí y para los demás, que no puede escapar. Tendrá que seguir corriendo hasta que se aleje de sus propias marcas.

Con Ovett el profesionalismo en el atletismo llegó a su máxima expresión: su fijo de salida es medio millón de pesetas, más otro tanto si hacía récord del mundo. Y ha conseguido cuatro. Tres de ellos en su gran año, 1980: el de la milla (3.48.8) y los de 1.500 (3.32.09 y 3.31.36); al año siguiente mejoró el de la milla (3.48.40). Ahora sólo le queda el de 1.500.

Lleva dos años prácticamente en blanco, porque la temporada pasada estuvo lesionado y en ésta ha comenzado a competir. No está todavía para récords, pero sí para seguir demostrando que es capaz de llegar primero a la meta, si no con tres metros de ventaja, sí con tres centímetros, porque es un perfecto estratega que sabe qué ritmo tiene que marcar en cada momen to para ganar, aunque no sea con la espectacularidad de Coe.

Juantorona, el 'primer Coe'

Alberto Juantorena, a los 33 años, regresa a la alta competición con la misma humildad que cuando participó en los Juegos Olímpicos de Moscú, donde. fue cuarto. Fue el mejor del mundo, el primer Coe que hubo, y luego las lesiones le restaron un segundo en cada vuelta, suficiente para pasar prácticamente al anonimato.

Juantorena es el único hombre que ha ganado los 400 y 800 metros eii unos mismos Juegos Olímpicos, los de Montreal. Allí logró su primer récord mundial (1.43.50) en la final de 800, corriendo sir¡ la liebre, que ahora se hace imprescindible para batir una plusmarca en el medio fondo. Al año síguiente lo rebajó en seis centésimas, y cuando preparaba el paso a distancias superiores quedó apartado del atletismo a consecuencia de las lesiones.

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