Cine de verano
La cosa va de cine o, mejor, del menosprecio sistemático del público por parte de distribuidores y exhibidores: pase que con el verano llegue la inundación de reestrenos y pase también que las entradas se vendan al precio de estreno, que ya es mucho pasar, porque cada vez va a más. Pero lo que pasa, sí, de castaño a oscuro es que en el reestreno de El padrino, en el cine Españoleto de Madrid -y supongo que ocurrirá lo mismo en la versión que se proyecta en la Gran Vía-, se le añaden a la cinta dos fragmentos sin doblar (es de suponer que por su contenido, y que cayeron antaño bajo las tijeras de los censores). Tamaña chapuza es casi un insulto. Y, por si fuera poco, a mitad de la proyección apagan el aire acondicionado, con el consiguiente pasmo y sofoco del personal espectador. Un abuso, oiga. Para futuros espectadores, ya saben dónde queda el cine. Y los distribudores, a ver si hacen el favor de dejar de tomarnos el pelo, que ya está bien./
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