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Santiago Torres Bernárdez

Un gallego que, sin hacer una sola oposición en su vida, es secretario general del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya

Andrés Ortega

"Creo que soy psicológicamente gallego, además de español y universal", declara el greffier (secretario general) del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, Santiago Torres Bernárdez, quien, a la chita callando, ha llegado a uno de los puestos más importantes a que puede aspirar un español con visión jurídica e internacional. Es el segundo español que ocupa dicho cargo en lo que va de siglo.

Nacido en Vigo en 1929, vivió en Barcelona, en Bilbao y en Valladolid. Becario, recorrió diversas universidades europeas antes de instalarse en Nueva York trabajando durante veinte años en la Organización de las Naciones Unidas.Ojos castaños, sin gafas y bien abiertos, manos carnosas y pelo blanco peinado con una raya a la antigua usanza que viene a malcubrir una calva reciente, Torres fue elegido -no nombrado- greffier del Tribunal Internacional de Justicia en mayo de 1980 por los jueces que forman este organismo. Es el segundo español en lo que va de siglo que ocupa dicho cargo.

"Siempre me ha interesado lo político, lo público, y he sentido un interés menor por lo privado, incluido lo mío. Me cuesta más trabajo leer mi cuenta bancaria que un libro sobre cuestiones de jurisdicción en el espacio extraterrestre", señala con esa ironía del especialsita. Su primer recuerdo político es el de ver pasar una manifestación en Vigo un 1 de mayo, "una idea de masas".

Hablando de sus vivencias menciona la guerra civil, en la que su familia "quedó marcada; no quiero decir nada más", salvo para añadir que en ocasiones "lo privado y lo público no están tan lejos". Durante la segunda guerra mundial, Santiago Torres escuchaba en España las radios aliadas y "recibía la propaganda escrita inglesa a través del consulado y la distribuía... Siempre fui proaliado, antinazi". Con los mapas que tenía en su casa seguía la guerra y las diversas conferencias internacionales. De Vigo se trasladó a Barcelona en 1940, y luego a Bilbao, donde estudiaría bachillerato en el instituto Miguel de Unamuno. No pierde por ello su galleguismo, pues "siempre en mi familia había una gran biblioteca de literatura gallega. No hablo el gallego, pero lo leo". En lo que destacaba era en historia, "que que era el primero de la clase. Pero siempre he sido normal, muy equilibrado".

Luego llegaron las becas extranjeras para ir a ampliar estudios en diversas universidades europeas. "Mis compañeros de carrera en España me decían: vuelve. Uno se había hecho juez. El otro notario. Pero a mí no me interesaba ser juez ni notario. No iba a volver a España para hacer una oposición". No la hizo. A través de eminentes juristas austriacos, como Alfred Verdross y Karl Zemanekentro, en contacto con la oficina jurídica de la ONU que buscaba entonces un joven jurista. Sin tan siquiera una entrevista logró el contrato, instalándose en Nueva York en 1959, ascendiendo en esa gigantesca organización hasta llegar a director en la división de codificación del servicio jurídico, "encargada de dar a la costumbre internacional una forma escrita y de adaptarla progresivamente a las nuevas circunstancias".

En España, Santiago Torres Bernárdez es prácticamente un desconocido. Tiene un cargo importante -quizá no popular y sí silencioso- en el que permanecerá al menos siete años tras su elección por votación secreta. Del secretario general de este tribunal con sede en La Haya depende la organización de una valiosa institución a la que ha acudido España con los casos de la Barcelona Traction y del Sahara occidental.

El puesto de greffier reúne actividades jurídicas, diplomáticas y administrativas", señala Torres, creyendo en la creciente importancia de este tribunal establecio para solucionar conflictos por el camino no bélico del derecho, procedimiento al cual el Tercer Mundo se sentía reacio a acudir, pero al quepresta cada vez mayor atención. Los dos últimos casos son de países del Tercer Mundo: la plataforma continental entre Tunicia y Libia y entre este país y Malta.

"Los Estados están compuestos de personas de carne y hueso y venir a este tribunal impone", explica el greffier, "pero el problema psicológico -de si se pierde o se gana el caso- no tiene razón de ser, pues aquí no hay apelación. El derecho internacional puede ser interpretado de diversas maneras y todas esas interpretaciones son muy respetables y legítimas. Pero el tribunal tiene que decidir".

¿Ha pensado alguna vez Santiago Torres en dedicarse a la política?. "Creo que me ha pasado el tiempo. Afortunadamente han llegado nuevas generaciones al poder en España. Me hubiera gustado si hubiera habido antes un régimen de partidos y elecciones en España". Torres, dada la extrema neutralidad que debe observar en su actual cargo, tiene buen cuidado con sus palabras. Se alegra de que en España el Parlamento haya decidido aumentar el presupuesto del Ministerio del Interior, pues "necesita apoyo financiero". Santiago Torres Bernádez -sin hijos, divorciado de una catalana tras 17 años de matrimonio- mira siempre a España, a donde piensa regresar cuando se jubile. Entre tanto, cada vez que hay una elección, intenta ir a Bilbao donde está empadronado, para ejercer su derecho de voto, "lo que no es incompatible con la condición de funcionario internacional".

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