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Bettino Craxi

Al primer socialista que preside desde hoy un Gobierno italiano le gusta la guitarra y el canto

Juan Arias

Cuando Bettino Craxi acuda hoy al palacio del Quirinal para presentar la lista de ministros que componen su Gabinete de centroizquierda, se convertirá en el primer presidente de Gobierno socialista en la historia republicana italiana. Todos lo llaman de nombre Bettino, incluso la Prensa, pero su nombre verdadero es Benedetto.

Nació en Milán hace 49 años, pero sus padres son sicilianos. Hay quien dice que esta es una mezcla explosiva. Vio la luz exactamente el 24 de febrero de 1934, es piscis, como Felipe González, pero deben tener un ascendente distinto, porque los amigos de Craxi aseguran que el gran complejo del nuevo presidente del Gobierno italiano es precisamente el carisma de su compañero Felipe, a quien quiere y admira. Le admira y envidia, tanto que la noche del mitin celebrado en Madrid en vísperas del gran triunfo socialista español, Craxi, que estaba allí, a dos pasos de Felipe, se quedó tan impresionado que cuando se metió en el coche no pudo resistir y se echó a llorar a lágrima viva murmurando: "Una cosa así no la viviré yo en mi vida". Pero Craxi, aunque no es sevillano ama la guitarra y el canto. Tiene una voz formidable que regala sólo a sus íntimos en las cenas de relajamiento tras su vertiginosa actividad política. A estas fiestas invita a cantantes famosas, como Ornella Vanoni, Caterina Caselli, Donatella Rettore y Lucio Dalla. Craxi está casado desde hace 24 años con Anna María Moncini. Se conocieron en la universidad, cuando Craxi hacía Derecho, estudios que no acabó Como también dejó a la mitad la Facultad de Ciencias Políticas en la universidad de Perusa. Dice siempre que su verdadera universidad ha sido dentro del partido.Tiene dos hijos: Stefania, 22 años, estudiante de Ciencias Políticas, y Vittorio, a quien llaman Bobbo. Tiene 18 años y su gran pasión es la guitarra.

Socialismo 'autónomo'

El nuevo presidente no conduce su automóvil porque una de las primeras veces que tomó el volante tuvo un grave accidente. Desde entonces no volvió a renovar el carnet, cosa no necesitó demasiado porque desde joven pudo siempre disponer de chófer.

Es alto. Mide 1,89 metros y pesa más de 90 kilos. Es un buen comedor, pero se controla mucho porque padece diabetes. Y porque dice que se ha psicoanalizado.

Desde que tenía 17 años tenía ya la tarjeta de socialista y ha, sido siempre un defensor convencido de un socialismo autónomo, separado del partido comunista. Dicen que es un "socialdemócrata" a la alemana. Fue el delfín de Pietro Nenni.

Es un hombre de "grandes ideas y estrategias". Es un hombre con indiscutible "coraje y coherencia", como ha afirmado su brazo derecho, el joven vicesecretario del PSI, Claudio Martelli.

Pero es también decidido y a veces autoritario. Quizá porque ha tenido que lidiar muchos enemigos dentro y fuera del partido. Todos lo temen como adversario. Una vez, Mitterrand, para animarlo, le dijo: "Para ser hombre de verdad hay que morir tres veces". El consejo le sirvió, y cuanto más han in tentado aplastarle, con más fuerza se ha salido siempre con la suya. Y ya se afirma que no se arredará ante la presidencia del Gobierno.

Deseo de cambio

Recordando que en 1913 Mussolini, que entonces era socialista y pensaba en un socialismo parecido en algunos aspectos al que ha dibujado Craxi con ribetes anticomunistas, sus principales adversarios han querido presentarlo, por su carácter fuerte, como el nuevo duce.- Sobre todo, el caricaturista más famoso y mordaz del país, Giorgio Foratini, a quien el anciano socialista y presidente de la República, Sandro Pertini, tuvo que pedirle por favor que no pintase a Craxi "con la camisa negra". Y en verdad así lo ha hecho, aunque ahora le dibuja con espuelas.

Pero, como ha dicho el famoso escritor Alberto Arbasino, nuevo diputado republicano, "a los papas no se les puede juzgar por lo que fueron como cardenales. Aquello era otra cosa".

Una ventaja tiene Craxi a su favor: las ganas de cambio de este país, como lo han demostrado las últimas elecciones y la gente sabe que Craxi es un hombre, no sólo de puño firme, sino un político que de verdad está dispuesto a que las cosas cambien y que, por fin, este país pueda ser "gobernado" en paz `y sin miedos. Y con una ración más pequeña de escándalos cotidianos.

La bolsa no se ha tambaleado, y el presidente de la Confindustria, que agrupa a la gran industria privada, ha declarado: "Craxi nos gusta. Y esta vez no haremos una reunión como en 1963, en la que decidimos destinar 1.200 millones de pesetas para una campaña contra el ceritro-izquierda, cuando, por primera vez, el partido socialista entró en Italia a formar parte de un Gobierno".

Más información en la página 5

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