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Se agrandan las diferencias entre Carrillo e Iglesia

La reunión que celebró ayer el Comité Central del Partido Comunista de España (PCE) no sólo no sirvió para apaciguar las divergencias entre los partidarios de la política renovadora del secretario general, Gerardo Iglesias, frente a los seguidores de Santiago Carrillo, sino que agravó las tensiones entre ambos bandos. Las enmiendas presentadas por los hombres de Carrillo al documento político que contenía las tesis renovadoras fueron sucesivamente derrotadas y los añadidos al texto original, que ahora pasará a ser discutido por las agrupaciones antes del XI congreso comunista, resultaron escasos y de no gran relevancia. El documento auspiciado por la actual dirección fue aprobado a última hora de la noche con 32 votos a favor y 24 en contra.

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El clima de confrontación fue patente en casi todas las intervenciones y alcanzó su punto máximo cuando Gerardo Iglesias tuvo una intervención dirigida directamente contra discursos anteriores de Carrillo, Ariza y Ballesteros. "Se lanzan calumnias, falseando la política de la dirección del partido", "algunas enmiendas son un embrollo de contradicciones", "se dice que queremos crucificar a quienes no están de acuerdo con nosotros, y lo que quieren de verdad ellos es crucificarnos a la mayoría del partido", fueron algunas de las frases del secretario general.La intervención de Iglesias resumió, de alguna manera, el sentido de las objeciones al documento elaborado bajo su dirección: "Están haciendo continuas piruetas porque, por ejemplo, no hay valor para decir que se está en contra del ingreso de España en la CEE", dijo, en clara alusión a una intervención previa del vicesecretario general, Jaime Ballesteros, uno de los bastiones de Carrillo en el secretariado. Según Iglesias los enmendantes de la fracción rival también hicieron piruetas a la hora de expresar su apoyo a las recientes propuestas sobre desarme de Andropov, su política de abierto hostigamiento al Gobierno del PSOE o su rechazo a la definición de un partido laico.

"Se trata de exigir de nosotros una confesión a la vieja usanza, para que reconozcamos que somos socialdemócratas, liquidadores del Partido Comunista", dijo Iglesias, en un tono crecientemente irritado, que contrastaba con la monotonía habitual de sus discursos. El secretario general rechazó las insinuaciones lanzadas el día anterior por Carrillo, en el sentido de que se está dando una "interpretación derechista" al eurocomunismo, y que no se había producido el necesario viraje a la izquierda en el comunismo español "Aquí no hay más izquierda que la que arde", dijo Iglesias. "El partido ha empezado ahora a dibujar una imagen de izquierda marxista más nítida de la que tenía antes, cuando se hizo una política que, en ocasiones, hubiese sido dificil de calificar como de izquierda".

El secretario general concluyó lanzando un mensaje de unidad: "Aquí nadie quiere enterrar a nadie". Pero, a tenor de las actitudes observadas por unos y otros a lo largo del debate, esta unidad parece cada vez más dificil.

La mayoría oficialista en el Comité Central (67 % frente al 30 %, aproximadamente, si se toma como referencia las votaciones registradas de las enmiendas) no esconde el peligro de una importante escisión cuando el XI congreso del partido consagre, en diciembre, un nuevo PCE que poco tendrá que ver con el existente un año antes, tanto en sus propuestas electorales como en su organización interna.

En efecto, el anteproyecto de documento político que constituirá la base del congreso supone fuertes innovaciones, en materia económica, en sus propuestas de reforma de algunos sectores de la Administración (como las Fuerzas de Orden Público, las Fuerzas Armadas o la Justicia) y, sobre todo, en los estatutos internos del partido.

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