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Tribuna:
Tribuna
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El géiser

Siempre que se anuncia sequía, empiezan a reventarse las bocas de riego, en Madrid -suele ser por el verano-, y el secarral, el aldeán castellano poblado de tribus alcarreñas, se ilustra de involuntarias Alhambras refrescantes donde se bañan los niños sin piscina (los bomberos de Brookling suelen enchufar las mangas, ahora por julio, hacia los niños del gran barrio, en un ejercicio lincolniano de democracia del agua: Brookling ha perdido ya en todos los autores la ge final, que era lo más bonito, aun siendo muda, y que servía, como en otros casos, para cortar la vibración de la ene) ¿Y cómo, cuando Isabel II/Canal anuncia sequía, están nuestras tuberías reventonas de agua?Tengo una boca de riego reventada, en mi barrio, y no sé si llamar al teléfono ése de las fugas, porque los chicos están felices con su espontáneo E.T. de agua y hay una niña que se mete desnuda en el borbollón.

"Mi juventud, ya fábula de fuentes", podría escribir ella mañana, sin haber leído a los poetas. O "rehenes de los pájaros: fuentes", si alcanza a Paul Eluard.

Mi madurez, ya fábula de bocas, podría escribir yo hoy (y no sólo bocas de riego, que hay bocas anabolenas por los cafés literarios) No son sólo los niños, claro. Me he contenido de llamar al teléfono municipal, como manda el editorialista de este periódico (que, a lo que parece, se lava más que yo), porque cada géiser urbano de agua tiene su equivalencia termal en un géiser político de los liberales. Cada día estalla una cañería política y brota el géiser/Garrigues, el géiser/Schwartz, el géiser/Camuñas, ahora.

Más bien me parece que voy a llamar a Tierno para denunciarle este continuo estallido político de dudosas tuberías liberales que, en vez de refrescar el barrio, lo recalientan y marean. España y Todman somos así, señora (no pude ir a la recepción/despedida del embajador USA porque estaba yo con Carmen Harto). En pleno estiaje, las tuberías vienen reventonas de agua. En el absoluto estiaje del liberalismo decimonónico y parlamentario -números cantan y cuentan-, cada día estalla una boca de riego político (ahora ha estallado la boca de Ignacio Camuñas) y un géiser liberal incordia la calle.

Tanta abundancia e irrupción de liberales prueba que no hay liberalismo político (otra cosa es el liberalismo personal, que se llama Laín y no es un géiser, sino un Amazonas). Tanta abundancia de borbollones espontáneos prueba que no hay agua. Depurativo/richelet como soy, aquí me tienen en la duda de si llamar a Tierno por el géiser o si llamar a Barrionuevo para que se haga cargo de tantos liberales incontrolados. Lo de Camuñas se llama Partido de Acción Liberal. Camuñas está en posesión de varios ex, como otros están en posesión de varias cruces y lazos.

Los ex debieran poder llevarse en la solapa, como una especie de Legión de Honor española, ya que también suponen un servicio prestado alguna vez a la Patria.

Pero aquí, la equis de ex tacha al ex de cualquier ideología o disciplina, porque somos, sí, una tribu cruenta y alcarreña. Será la falta de agua, claro. La pertinaz sequía vuelve muy pertinaz a la gente. Ruiz Risueño, Bermejo y López Casero se bañan hoy en el novísimo géiser liberal/municipal, desnudi tos, como los niños de Brookling o de mi calle. Pero así como el borbotón/borbollón de la boca de riego es refrescante y lírico, el géiser político está caldorro y paliza. Es una saga/fuga de aguas termales que vienen de las termas de Caracalla, que Caracalla sí que fue un liberalote a fuer.

Al Ayuntamiento no llamo, que nadie se llevará el agua, encadenada, por mi culpa. O esposada todo el rato, como Escobedo, sin que Stampa sepa por qué. En cuanto al nuevo géiser político, de poco caudal, es también nacido de la calor y el estiaje. Que corra.

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