Cierta reanimación en bancos y monopolios
El mercado de acciones experimentó una cierta reanimación, que en este caso corrió especialmente a cargo, si nos atenemos al peso de los distintos índices sectoriales en el indicador general del mercado, de los monopolios, y más concretamente de Telefónica, aunque, sin embargo, continuó manifestando unos claros síntomas de falta de interés por parte de los inversores, que se traducían en unas diferencias mínimas, y generalmente marcadas por los signos negativos en la evolución de los precios de las acciones que acostumbran a presentar unos mayores volúmenes de contratación.Ayer, quizá como nota singular, los bancos se atrevieron a romper su trayectoria negativa, y de la mano de las mejoras que registraban El Banco Central, el Banco Popular y el Banco de Santander, manifestaban un discreto avance que, por otra parte, no se veía sostenido por un cambio sustancial en la tendencia de las órdenes que llegaban a las salas de contratación.
Los saldos que presentaban las siete grandes entidades de este grupo continuaban siendo negativos, al menos en su mayor parte, y la diferencia vendedora se elevaba a 30.166 acciones a la venta, después de restar los saldos positivos de Popular y Santander, que representaban 4.863 y 1.750 títulos, respectivamente.
En cualquier caso, el punto de mayor interés y que mayor nivel de comentarios generaba entre los asistentes habituales a las reuniones bursátiles lo constituía la evolución de los precios de los derechos de Hidroeléctrica Española, que ayer se pagaron en el mercado madrileño a algo más de 10 pesetas.
En función a este precio, y contando con los gastos tanto de corretaje por la intervención como los inherentes a la suscripción por comisiones bancarias, hay que considerar que el precio de las nuevas acciones, a partir del precio de estos derechos, superaba ampliamente las 90 pesetas, cuando el precio de los títulos ordinarios, es decir, de las acciones viejas, se quedaba en torno al 50% de su valor nominal, y con una abundante presencia de órdenes vendedoras al cierre.
Esta aparente sinrazón era justificada desde muy diversas ópticas como el triunfo de lo que se denominó el síndrome de la desgravación.
Es decir, como quiera que una buena parte de los ciudadanos de este país han tenido recientemente que rendir cuentas, y, en general, positivas, al erario público, la posibilidad de desgravar de cara al próximo ejercicio se ha impuesto y se ha producido una demanda genérica de derechos de suscripción de títulos eléctricos, los de mayor aceptación entre los ahorradores medios, que ha desbordado todas las previsiones técnicas, hasta el punto de que los mayores inversores institucionales, según se apunta, podrían encontrarse en este momento prácticamente faltos de derechos de suscripción que ofrecer.
Siguiendo este planteamiento, la concurrencia diaria de flecos compradores generados por los ahorradores de provincias estaría representando un volumen lo suficientemente importante de demanda como para que los precios de estos cupones hayan experimentado una evolución alcista del calibre de la comentada, y que, en definitiva, no hacen sino poner una vez más de manifiesto la tremenda sinrazón de la trayectoria de algunos valores bursátiles.
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