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El Tribunal Supremo australiano confirma el predominio federal sobre los Gobiernos estatales

El Tribunal Supremo australiano ha prohibido la construcción de la presa del río Franklin, en la isla de Tasmania, que hubiera supuesto la inundación de zonas de bosque de un pino único en el mundo, así como de restos arqueológicos de aborígenes. Sin embargo, con ser importante el hecho de que esta presa no se construirá, más decisivo aún es que la sentencia ha desequilibrado totalmente la balanza del poder entre el Gobierno federal y los estatales, hasta ahora dominada por éstos.Los jueces del Tribunal Supremo han dado un giro histórico, por cuatro votos a tres, a la federación australiana. Todos los observadores coinciden en señalar que éste es el cambio constitucional más importante desde que a principios de siglo se formó la federación de los distintos Estados de este país.

El alto tribunal ha dejado sentado, por si alguien albergaba alguna duda, que el Gobierno federal tiene el derecho y la obligación de hacer cumplir en Australia el contenido de los tratados ínternacionales que firme, cualquiera que sea la materia de que traten.

En base a ello, y por cuanto la zona del río Franklin figura en un tratado firmado por Australia y patrocinado por las Naciones Unidas sobre patrimonio de la humanidad, el Gobierno de Canberra puede y debe prohibir la construcción de la presa iniciada por el Estado de Tasmania.

Dado que en el mundo moderno pocos aspectos escapan a la posibilidad de un tratado intemacional, nadie dúda en este país de que, de hecho, los jueces han abierto de par en par la puerta para que el Gobierno federal arrebate poco a poco la mayoría de poderes a los distintos Estados australianos.

Son numerosos los políticos australianos que ya han advertido a los gobernantes de Canberra de la necesidad de no abusar de esta nueva arma que los jueces han puesto en sus manos.

La advertencia ha partido no sólo de labios liberales, sino también de laboristas, que no ven con demasiada simpatía las tendencias centralistas del actual primer ministro, Bob Hawke. El premier laborista de Victoria, Cain, ha solicitado ya que el Gobierno de Canberra consulte con todos los Estados antes de firmar cualquier tratado internacional.

Victoria 'conservacionista'

El caso de la presa del FranklÍn se había convertido en los últimos años en un tema muy sensible para los australianos, según se puso de manifiesto una vez más en las recientes elecciones generales celebradas en marzo.Nadie ponía en duda que, si bien la mayoría de los ciudadanos del país eran contrarios a su construcción, más de la mitad de los habitantes de Tasmania, isla-Estado donde iba a ser construida, sí la querían.

Los argumentos de que inundaría una zona que había sido declarada patrimonio de la humanidad carecían para ellos de importancia frente a la creación de los puestos de trabajo que suponía su construcción.

Ayer, los conservacionistas australianos celebraron su victoria con moderación. Y, lo mismo que el primer ministro Hawke, tendieron una mano abierta a sus oponentes para olvidar su disputa y trabajar juntos por el futuro de la isla.

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