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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Don Paco

Hace varias señíanas, TVE inició la emisión de una serie de filmes interpretados por Paco Martínez Soria, un veterano actor fallecido hace poco tiempo y que dejó un hueco imposible de llenar en el teatro y el cine españoles. Como todos nuestros grandes actores, éste lo fue también de especie única, por lo que no dejará escuela ni herencia.Dedicó Martínez Soria decenios a la interpretación de comedias mediocres y películas de raído consumo aldeano. Su obra, por ello, no va a pasar a la historia del cine español y será barrida por el tiempo. Pero, y ahí está una paradoja frecuente entre nosotros, su figura de actor único, irrepetible, técnicamente archidotado, permanecerá. Permanecerá porque su talento -una mezcla fulminante de marrullería de tablas y de intuición de las respuestas inconscientes e incluso abismales de sus espectadores- se escapaba entre las grietas de las banales obras que filmaba, y se afirmaba sobre ellas como una entidad autónoma, con identidad propia, convertida en parte de la propia identidad de infinidad de españoles: don Paco. Desde los círculos intelectuales se le menospreció con cierta suficiencia. Pero nadie pudo negar la sal a un actor rebosante de ella.

El abuelo tiene un plan se emite hoy a lav 16

05 por la primera cadena.

Repetición

Su película de esta tarde, realizada por un director de buen oficio y que sabía cómo emplear los recursos del actor, Pedro Lazaga, se titula El abuelo tiene un plan, y fue rodada en 1972. Es una enésima repetición, por par te de don Paco, de sí, mismo. Y, ciertamente, poco tiene que ver con el cine como arte, perá, en cambio, mucho con los vericuetos de la identidad de millones de españoles sentados ante uno de sus espejos y modelos blancos, pero algo más oscuros de lo que parecen.

Sainete de viejos verdes, que juega con un erotismo de sacristía, senil e indirecto, es una reliquia sociológica de las postrimerías del franquismo, pero también una exhibición de los recursos, técnicos e intuitivos, de un actor que gastó su vida en empeños muy inferiores a sus posibilidades.

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