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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'El espía que surgió del frío'

En 1963, el novelista Ian Fleming, el director Terence Young, ambos ingleses, y el actor irlandés Sean Connery, lanzaron una película, 007 contra el Dr. No, que creó no sólo una serie, sino incluso un género incipiente: el del superagente de los servicios de inteligencia, que se toma el planeta como una pista de circo para sus mortíferos y pirotécnicos numeritos en cueros y colorines.El seudogénero, trivial y de fondo y forma muy reaccionario, obtuvo rápidamente réplicas. La primera es El espía que surgió del frío, realizada en 1965, donde el sórdido e intenso matemático de la intriga que es John Le Carré contesta al arbitrario erotismo de escaparate de grandes almacenes propio de Fleming, y la licencia para matar de James Bond es convertida en un mugriento oficio para ser matado, mucho más verídico y, sobre todo, ajeno a las connotaciones fascistas de 007, camufladas bajo la especie de mercancías para "pasarlo bien".

El espía que surgió del frío se emite hoy en La clave por la segunda cadena

La excelente novela de Le Carré está bien y fielmente traducida a imágenes, a duras, lentas, cínicas imágenes en blanco y negro, por el norteamericano Martin Ritt, director no muy dotado, pero sí ambicioso y aficionado a los pinitos intelectuales, como otros muchos directores norteamericanos de su generación Robert Mulligan, Tom Gries, Sam Peckinpah, Arthur Penn- cosa que, con frecuencia, estropea sus películas, que pecan en ocasiones de pretenciosas. Recordemos su pedante refrito de la maravillosa Rashomón, de Akira Kurosawa, titulada El ultraje; o sus mediocres y engoladas versiones de El villorrio y El ruido y la furia, de William Faulkner.

Por suerte" en El espía que surgió del frío, Ritt acepta humildemente el poder del enigma argumental y ambiental de la historia de Le Carré, y no cae en tontorronas reflexiones adicionales. Por otra parte, cuenta con cuatro excelentes actores -los ingleses Richard Burton, Claire Bloom y Cyril Cusack, y el austriaco Oskar Werner- cuyo trabajo cuida, orienta y valora adecuadamente. De ahí que le resulte una obra digna, aceptable, seria, bastante bien construida y muy bien interpretada.

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