El arte del bien morir
A las nueve y media de esta noche, la primera cadena nos regala Margarita Gautier, un melodrama puro, perfecto, rodado en 1936 por George Cukor, cineasta excepcional, famoso por su habilidad para sacar de las grandes divas del dorado Hollywood todo el poder interpretativo que llevaban dentro. Katharine Hepburn, Ingrid Bergman, Ava Gardner, Audrey Hepburn, Judy Garland y otras muchas hicieron sus mejores trabajos bajo la dirección de Cukor. Se decía que Ias vaciaba", y era ésta una exageración, pero también una radiografía.De Margarita Gautier se pueden aislar, aparte de su fastuosa composición, graduada exquísitamente desde la sonrisa inicial al llanto final, algunos aspectos parciales que sacan a la luz la eficacia de las tradiciones, rutinas, incluso tópicos, del cine norteamericano clásico.. Para no salirnos del tópico, merece realmente la pena seguir el rastro, por las imágenes de Cukor, de su diva de turno, que esta vez es Greta Garbo, y descubrir cómo, efectivamente "la vacía", hasta situarla en el borde mismo de lo sublime, ese filo de navaja sobre el que caminar conduce inapelablemente al ridículo o a la gloria.
Margarita Gautier se emite hoy, a las 21
35 por la primera cadena.
En las tradiciones de Hollywood, filme a filme, año tras año, se codificaron innumerables signos fílmicos -el paso de un río, la persecución de un jinete a otro, la estampida, el fundido sobre un beso de perfil- que, por repetición, adquirieron valor ritual, es decir, el de formas sagradas, intocables. Una de ellas, tal vez una de las más ricas y variadas, es la muerte, la forma de morir. El western, por ejemplo, gira alrededor de la muerte como realidad bella. Y así, en la fauna hollywoodense, de la misma manera que surgieron expertos en cabalgadas, en besos o en puñetazos, surgieron actores y actrices expertos en morir y, en concreto, en morir bellamente.
Uno de estos expertos fue Humphrey Bogart, que, supo convertir la agonía en ironía, y como ejemplo, baste su muerte en El bosque petrificado y en El último refugio. El planeta entero lloró por Spencer Tracy en Capitanes intrépidos y El último hurra. ¿Y qué decir de los "moridores compulsivos", del estilo de Paul Muni en Scarface, o de James Cagney en Al rojo vivo? ¿O de los "moridores cínicos", como George Raft en Scarface, y Richard Widmark en La calle sin nombre? ¿O de los "moridores truculentos", como Edward G. Robinson en La mujer del cuadro,y John Carradine en La diligencia?
La lista se eternizaría si diéramos paso a las "moridoras". Quedémonos únicamente con Greta Garbo y su legendaria muerte en Margarita Gautier, que redujo a la Muerte del cisne de Anna Pavlova a la de un ganso que estira la pata. La Garbo se apaga en este filme como se extingue un éxtasis, un delirio casi suspirado de lirismo. Creó esta larga escena de la muerte de Garbo cierto aroma de necrofilia, y no infundado, pues hay un claro ritmo orgásmico es la escena, que le permite a la actriz asumir -Cukor sabía de teatro- la vieja identidad, elaborada durante siglos por la tragedia antigua, entre el amor y la muerte, entre Eros y Tánatos.
En estas escenas finales, el filme de Cukor adquiere, a través del rostro de Garbo, resonancias que desbordan el esquema melodramático y elevan el filme a la altura de los modelos mayores del arte de representar. La actriz, en esta escena, hace codearse al cine con la inagotable pasión de los hombres de extraer belleza de la muerte.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.