Un abogado de UGT, nueve horas secuestrado en su casa por dos ultraderechistas
José Luis González, abogado laboralista de UGT, permaneció en la noche del viernes al sábado secuestrado durante nueve horas en su propio domicilio por dos supuestos ultraderechistas que le obligaron a permanecer debajo de una cama, le robaron 110.000 pesetas, se llevaron toda su ropa y diversos objetos de valor y grabaron en la pared una cruz gamada, según declaró después la víctima del suceso. Durante la noche, los dos secuestradores telefonearon a dos prostitutas y, tras utilizar sus servicios, los pagaron con cheques de un talonario del abogado. Los dos agresores le amenazaron en todo momento con armas blancas.
Jose Luis Gonzaiez volvía a su casa, en la calle de Guzmán el Bueno, sobre la 1.15 horas de ayer. Al entrar en el portal, se abalanzaron sobre él dos personas, que le golpearon repetidamente. Después, le ordenaron subir a su piso sin mirar hacia atrás para que no pudiera observarles. Una vez en la casa, le dijeron gritando: "Rojo de mierda, te vamos a matar", y comenzaron a buscar por toda la vivienda algún carné de afiliado a Comisiones Obreras o a UGT, pero no lo hallaron. Luego le obligaron a desnudarse de cintura para arriba y le amenazaron varias veces más: "Te vamos a rajar".Seguidamente le conminaron a situarse debajo de la cama de su dormitorio. Desde ese momento permaneció en tal situación hasta cerca de las diez de la mañana. Los asaltantes le preguntaron si sabía cantar el Cara al sol, y el ahogado laboralista respondió afirmativamente. "Dije que sí", declaró ayer José Luis González, "pero, afortunadamente, no me lo hicieron cantar, aunque estaba dispuesto a hacerlo". Luego, uno de los dos secuestradores le dijo que en breve acudiría una tercera persona para participar en un interrogatorio, durante el cual no podría tener la más mínima contradicción o duda porque si no le matarían. El otro individuo, sin embargo, le respondió: "No, que no venga Jaime, porque entonces le mata". En otro momento, le preguntaron cuánto dinero tenía en su cuenta corriente. Les contestó que 120.000 pesetas, "aunque tenía más", y le ordenaron firmar un cheque de 110.000 pesetas, que fue cobrado por uno de los asaltantes a primera hora de la mañana, mientras el otro permanecía vigilando al abogado laboralista.
Durante la noche, los secuestradores telefonearon a una casa de masajes y solicitaron los servicios de dos mujeres, dando como referencia el nombre de José Luis González. El abogado de UGT no supo en cuándo llegaron las dos señoritas a su domicilio, porque le tuvieron encerrado en la habitación, bajo la cama, mientras ellos permanecían cierto tiempo en otra dependencia.
Por la mañana, le llevaron a un pequeño cuarto donde se encuentra la calefacción, le ataron las manos y taponaron la puerta con el frigorífico para que no pudiese abrirla. Uno de los dos asaltantes salió de la casa, y su compañero cambió ya totalmente de actitud respecto del secuestrado, según manifestó posteriormente éste. En ese momento, José Luis González pudo ver ya con detenimiento a uno de los dos agresores, "de unos veintitantos años", quien le confesó que creía haberse equivocado de persona y que estaba dispuesto a permitirle escapar. Le ofreció desatarle y dejar la puerta entreabierta, pero el abogado laboralista declinó la invitación por temor a que volviese el otro secuestrador y se enfureciera aún más. Finalmente, el asaltante decidió desatarle y salir de la casa. Tras esperar un tiempo, el abogado recorrió su piso.
"Cenaron como locos"
Comprobó que le habían robado un traje de verano y toda la ropa de invierno, que se llevaron en tres maletas. Faltaban también el talonario de cheques de una cuenta ya cancelada, algunos gemelos, y otros objetos de valor. Igualmente, vio los restos de una cena caliente preparada en su cocina -"cenaron y comieron como locos", ha declarado-, y apreció los restos de la fiesta nocturna que pasaron los dos supuestos ultraderechistas en la habitación contigua a la suya. González acudió después a comisaría para denunciar los hechos. Cuando estaba prestando declaración voluntaria, los inspectores le comunicaron que había sido presentada una denuncia contra él por pagar con talones sin fondos, de 10.000 y 12.000 pesetas. Se trataba de los cheques entregados a las masajistas por los asaltantes. González recibió más tarde una llamada del amigo de las dos mujeres, que le amenazaba por firmar talones sin tener dinero para respaldarlos. "Y, evidentemente", dijo ayer González, "esos talones no están firmados por mí".El abogado laboralista no acierta a comprender por qué los dos individuos le tomaron a él como objetivo de la acción. "Se identificaron como fascistas, y me amenazaron con un estilete", declaró. González relata que pasó una noche angustiado, pensando que en cualquier momento podían acabar con su vida.
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