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Defender es también ganar

Luis Gómez

Díaz Miguel concluyó el partido con un reconocimiento: "He aprendido una lección como entrenador. Mientras no sepamos defender así no habrá nada que hacer". Díaz Miguel exageraba, pero el versatilismo del técnico español fue derrotado por el defensivismo de Sandro Gamba, técnico italiano. Dos grandes teorías, en cierto modo dos universidades del baloncesto puestas de manifiesto en la final.Gamba trabajó siempre la defensa en la creencia de que era el unico medio de destruir al equipo contrario sin depender del acierto de: un jugador aislado. Gamba, por ejemplo, apenas dispuso en este encuentro del jugador Riva, considerado el fenómeno del basket italiano, al que sólo tuvo en la cancha durante 12.5 minutos. Optó por jugadores defensivos, de juego menos vistoso pero evidentemente más práctico. Lo que parecía un riesgo no fue tal. Gamba tenía razón, el juego español acabó descompuesto y los porcentajes de los jugadores de Díaz Miguel, muy por debajo de anteriores actuaciones.

España mantuvo un porcentaje de aciertos en el tiro del 53%, por debajo del italiano, 58%. Eso ya era un éxito cuando España siempre ha gozado de mejor índice. En los tiros más cercanos, el desnivel fue mayor, 54% para los españoles y 67% para los italianos. Los hombres de Díaz Miguel estaban acostumbrados a superar el 60%. Son dos índices claros de descompesación por acción defiensiva. Y como resultado más palpable de una buena defensa, rnayores acciones negativas de los españoles sobre los italianos. Diez a ocho en pérdidas de baIón y cinco a dos en pases fallados. Todo ello a costa de cuatro personales más, un precio muy barato para una victoria que representaba el primer título de Europa para Italia. Gamba, pues, tenía razón, la defensa es una gran excusa para una victoria.

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