Tierra ganada palmo a palmo

No tiene Amsterdam la necesaria apariencia de fragilidad que exigiría su pertenencia a las aguas. Es una ciudad sólida, con aspecto de estar perfectamente asentada, capaz de resistirlo todo, una ciudad de tierra ganada palmo a palmo, arrebatada al mar, que apenas exhibe los trofeos del vencedor, sin duda supuestos, doméstica y bien avenida como una familia modelo.Sin embargo, su arquitectura ole ladrillo y madera se apoya sobre cientos y cientos de pilares de 4 a 18 metros de altura y se distribuye sobre muchas decenas de islotes. Es la realidad que no aparece. La otra, la que Amsterdam muestra y la que ha conseguido después de todo ser, nos presenta un aspecto intachable, ordenado en tomo a los cuatro grandes canales que cortan en círculos progresivos la ciudad, con un cierto aire de población de juguete, de maqueta hecha a tamaño natural. Las gentes del Norte aseguran que Amsterdam es una ciudad mediterránea, abierta y callejera. Tengo que confesar que siempre me produce la impresión de ser una prolongación de sus cuidados interiores que los elaborados visillos nunca acaban de ocultar. Hasta esa proliferación de bicicletas, que se ha hecho ya una imagen tópica de Holanda, más allá de su utilidad en un terreno llano y de su conveniencia desde un punto de vista energético, representa la exaltación de lo doméstico, la forma más evidente de acercamiento entre el exterior y los interiores en los que se guardan cuando cae la noche.

En el siglo XIII el lugar donde se ordena hoy la ciudad no era más que un pueblo de pescadores a la sombra de un castillo levantado sobre un dique. Empujados por la necesidad a los mares, sus habitantes habían conseguido en el siglo XVI asegurar la mayor parte del tráfico marino entre el Báltico y el Mar del Norte, y comienzan ya a frecuentar el puerto de Lisboa, convirtiendo el antiguo puerto en una pequeña ciudad en la que se refugian los judíos españoles y portugueses y los hugonotes franceses. En 1602 se crea la Compañía Holandesa de las Indias Orientales; seis años más tarde, el Banco de Amsterdam, y pocos más adelante, la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. El mecanismo económico que con vertiría ese pequeño país en una gran potencia estaba puesto en marcha. La lucha contra la dominación española acaba de rematar, una operación que tendría también aparejado un paralelo desarrollo cultural, Es la era de Rembrandt, que coincide en el tiempo con Spinoza. País y ciudad de refugiados, en el número 6 de la Westermarket vivió Descartes y en sus casas se albergaron -Voltaire, Mirabeau...-otros huidos ilustres.

Pasear, visitar la ciudad

En las orillas de los canales, a lo largo, sobre todo, del XVII y a partir de este siglo en los sucesivos, banqueros y comerciantes levantaron sus casas y abrieron sus negocios. Hoy muchos de estos edificios se mantienen en pie, convertidos en bancos u organismos oficiales, conservando su aspecto de casas de buena familia burguesa, nunca pretenciosas, accesibles, perfectamente representativas.Es no sólo inevitable, sino muy útil montarse en uno de los muchos barcos que hacen el paseo por los canales. Existen distintas compañías y diferentes recorridos. Uno recomendable es el que parte de Prins-Hendrik, junto a la Estación Central.

La ciudad, de todas formas, hay que conocerla a pie, calles y puentes. El núcleo central no es muy extenso y merece la pena descubrir por uno mismo escenarios de cuento infantil, tiendas de otros tiempos. El Dam, el lugar donde estuvo en otros tiempos el dique, es el centro inevitable, vacío ya de los míticos peregrinos hippies de los años sesenta. La Kalver-Straat, peatonal, es la calle comercial por excelencia, con precios nada altos. Muy cercana, la Nieuwen-Díjk, aún más barata y abigarrada.

Algunos datos de interés

El mercado de flores, abierto todos los días menos los domingos, a orillas del Singel, junto a la Munt-Plein.El mercado de Waterlooplein, una especie de rastro venido a menos, que funciona todos los días en la plaza del mismo nombre. Hay ropa de segunda mano y algunas antigüedades.

El mercado de libros: todos los días menos los domingos, en Oudemanhuispoort.

Para los aficionados a las antigüedades: una calle en la que se encuentra de todo, Nieuwe Spiegel Straat.

Para comer: son famosos, con toda justicia, los restaurantes indonesios, repartidos por toda la ciudad, sobre todo en el centro. Para comida holandesa, una dirección: Trianon, en el n2 3 de la Brouwers Straat.

Sólo para jóvenes: Paradiso sigue en funcionamiento, convertido en un local más o menos comercial instalado en la antigua iglesia en Wetering-Schans, cerca de Leíose-Plein.

Para los aficionados a los viajes: A.N.W.B., en Museum-Plein, 5; una gigantesca tienda con toda la información sobre el mundo.

Para mujeres: La Casa de las Mujeres, con un gran número de actividades (Nieuwe Herengracht, 95).

Un parque para todos: el Vondel Park, junto al Rijks-Museuni.

Los museos

Son punto y aparte, y uno de los motivos, sin duda, para visitar la ciudad. El mejor, uno de los mejores del mundo, es el Rijks-Museum, imprescindible para conocer la gran pintura holandesa. Los cuadros de Van Ostade y Vermeer, constituyen la glorificación de la vida cotidiana. Asombrosas las salas de Rembrandt.La lista de museos sería inagotable. Los inevitables: Vincent van Gogh (Paulus Potterstraat, 7), con sus mejores cuadros y dibujos. Amsterdam Historich Museum (Kalverstraat, 92), instalado en el Antiguo Hospicio, necesario para conocer en una sola mañana la historia de la ciudad. Rembrandt Huis (Jodenbreestraat, 4-6), la casa donde nació el gran pintor, con una interesante colección de grabados.

El viaje

Hay muchos viajes organizados que comprenden ida y vuelta en vuelo regular y alojamiento con desayuno. El mayorista especializado en Amsterdam es Turavia, con precios desde 34.100 para cuatro días, tres noches y posibilidades de quedarse una semana.Para viajar por cuenta propia, lo más barato es la tarifa PEX: ida y vuelta desde 25.900.