Contrabandistas de tabaco aseguran que miembros de la Guardia Civil reciben sobornos
El procedimiento considerado como habitual de transporte del tabaco americano se inicia en Holanda, desde donde los barcos parten hacía España. Estos buques, que transportan cantidades no inferiores a las 150.000 cajas, lo que equivale a 75.000.000 de cajetillas de tabaco, van descargando parte de su cargamento en la costa vasca, continúan en Santander y fondean en las proximidades de las costas gallegas.El fin del viaje suele ser Italia. "La mayor parte del tabaco americano de contrabando entra en España por Pontevedra", señala uno de los distribuidores de Madrid. "El barco llega a Galicia y a partir de ese momento hay dos posibilidades de desembarcar el género. Una es que las lanchas que salen de tierra se acerquen hasta el barco y vayan cargando pequeñas cantidades. Otra es que un barco de unos quince o veinte metros de eslora cargue directamente del buque que ha llegado de Holanda, en varios viajes, cantidades que suelen oscilar entre dos y tres mil cajas. Este barco se suele acercar a la costa en espera de que lleguen las lanchas, que son el medio habitual para llevar a tierra el tabaco" Las lanchas, propiedad de personas que se dedican al contra bando en las localidades costeras son embarcaciones, por término medio, de cinco metros de eslora que salen prácticamente todas las noches al mar para realizar su trabajo, en número de cuarenta o cincuenta. Cuando ya tienen el género, se acercan hasta hasta tierra para descargar. En Galicia, las lanchas descargan en las rías, en los lugares mas inverosímiles, en donde los contrabandistas esperan con sus furgonetas para trasladar las cajas de tabaco hasta su lugares de almacenamiento.
Viaje en furgoneta
"Nosotros trabajamos tres o cuatro veces por mes. Salimos de Madrid con furgonetas y en unas diez horas estamos en Pontevedra. Allí contactamos con los proveedores habituales y compramos pagando en el momento. Ahora mismo, el precio de una caja de Winston, que tiene 50 cartones está entre 36.500 y 37.000 pesetas. Cuando hemos cargado, y a veces, por la vigilancia, tenemos que esperar hasta una semana, salimos hacia Madrid pitando. Vamos, que el viaje de vuelta nos cuesta seis horas. El problema" señala un distribuidor, "es que nos pare la Guardia Civil, que en La Puebla de Sanabria (Zamora) suele colocar unos filtros, que resultan difíciles de pasar. Una vez en Madrid, salimos a distribuir el género en pequeñas partidas que cobramos al día siguiente, por si caso nos sorprende la fiscal (el Servicio Fiscal de la Guardia Civil), ya que entonces se llevan el tabaco y lo que hemos cobrado. Nosotros vendemos a clientes que tenemos desde hace tiempo y ganamos unas 20 pesetas por cajetilla. Pero no sólo a bares. También hemos vendido a un cuartel de artillería del Ejército."
Hacer la vista gorda
A pesar de la vigilancia que establece la Guardia Civil en las ciudades, los distribuidores de tabaco de contrabando ("ponga usted bien claro que nosotros no somos unos ladrones, como ha dicho un periódico, sino trabajadores honrados que nos ganamos la vida de esta manera") aseguran que una parte importante de los efectivos de la Benemérita en determinadas zonas costeras gallegas están untados para que hagan la vista gorda. "Mire usted, yo se lo voy a decir muy claro", precisa a EL PAÍS uno de los distribuidores de Madrid. "Hay guardia civiles que cobran 1.000 pesetas por caja para que no intervengan y hay otros que se les unta dándoles género. Pero es que, además, a mi me han pasado cosas curiosas. Por ejemplo, una vez me pararon dos guardias civiles en la provincia de Pontevedra cuando llevaba 15 cajas de tabaco. Se llevaron el furgón y volvieron al rato, pero sin uniforme, con una furgoneta, en donde descargaron la mitad de lo que yo llevaba. Me dijeron que para poder continuar el viaje me tenían que requisar la mitad. Otra vez, que llevaba diez cajas, descargaron cuatro, las tiraron a la cuneta y al rato llegaron dos personas de paisano que se las llevaron. Entonces me dejaron seguir. Y es que, la propia Guardia Civil no controla bien a sus hombres, porque estos casos que le he contado han sucedido en controles fantasmas que algunos miembros de la Benemérita montan por su cuenta.
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