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Los 'estados mayores' de todos los partidos debaten ya los próximos cambios en sus organos dirigientes

Todos los grandes partidos políticos españoles se enfrentan, a corto o medio plazo, con la necesidad de proceder a importantes reestructuraciones internas. Dos semanas después de haberse celebrado las elecciones locales y autonómicas, los estados mayores de los partidos continúan evaluando las consecuencias que los resultados del 8 de mayo -en no pocas ocasiones, presentados a la opinión pública de forma sesgada y parcial- pudieran tener en estas reestructuraciones.

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Los análisis de todos los partidos, incluido un importante sector de la coalición popular encabezada por AP, parecen coincidir, a la vista de los resultados de las últimas elecciones, en que el mapa político español no está aún cerrado. Ello ha hecho que varias operaciones en marcha se apresuren, pese a que las próximas elecciones generales, las de 1.986, están todavía muy lejanas. Por otro lado, todas las formaciones políticas importantes tienen pendiente, en los próximos meses, la celebración de sus respectivos congresos nacionales, congresos que, en algunos casos -como AP o el PCE-, pueden llevar aparejados enfrentamientos internos, y que, en otros -como el PSOE-, significarán importantes modificaciones en sus estructuras directivas.El Partido Comunista será el primero en celebrar su congreso, probablemente dentro del próximo mes de noviembre. Los resultados electorales municipales parecen haber supuesto un cierto impulso para el nuevo secretario general, Gerardo Iglesias, que encuentra una línea de oposición organizada en el seno de los comités ejecutivo y central del PCE. Paralelamente, Iglesias aprovechó la campaña electoral para darse a conocer a las propias agrupaciones provinciales comunistas, mientras su antecesor, Santiago Carrillo, accedía a aplazar el debate sobre el modelo de partido hasta después del 8 de mayo. El debate, de hecho, se reabrió a comienzos de esta semana, cuando Carrillo y varios de sus seguidores se abstenían en la reunión del ejecutivo a la hora de aprobar el informe postelectoral presentado por Gerardo Iglesias. Luego, Carrillo se ausentaría ostensiblemente del encuentro del Comité Central, donde sus partidarios volvieron a abstenerse o incluso votaron en contra del informe Iglesias.

Estas reuniones de los órganos dirigentes comunistas podrían constituir el prólogo del clima interno que vivirá el PCE hasta su congreso. Aparentemente, no se trata de una lucha por el poder en el partido -Carrillo manifiesta, en privado, que él en ningún caso trataría de regresar a su antiguo cargo-, sino de visiones diferentes acerca de lo que debe ser un partido comunistá. Los carrillistas han criticado el excesivo seguidismo de la actual línea oficial del PCE respecto del PSOE. Pero, sobre todo, critican un excesivo aperturismo hacia quienes abandonaron o fueron expulsados del partido en tiempos de Carrillo. Sin embargo, las viejas acusaciones mutuas de prosovietismo y cunhalismo han vuelto a proliferar, lo que podría ser una muestra de que el debate de fondo podría, al fin y al cabo, ser más profundo de lo que inicialmente se presenta. Los trabajos de preparación del congreso han comenzado ya en la sede de la calle Santísima Trinidad, y los textos básicos de las ponencias deberán encontrarse en poder de las agrupaciones provinciales antes del fin del verano. Antes, a comienzos de julio, Iglesias se enfrentará con el reto de lograr que la fiesta anual del partido, principal fuente de recaudación de dinero, sea un éxito mayor que la del año precedente, constituyendo así una muestra de la proclamada recuperación del PCE".

Fraga, del lado de Verstrynge

El debate interno en Alianza Popular, como consecuencia de los resultados electorales -que parecen pobres para un sector, especialmente a la vista del dinero invertido en la campaña-, parece haber comenzado ya. Ocasionales filtraciones interesadas afirman que Fernando Suárez, uno de los vicepresidentes del partido, habitualmente identificado con el ala dura del partido, "gana puntos" en el interior de la sede de la calle Génova, frente a su tradicional rival, el secretario general Jorge Verstryrige. Las discrepancias entre ambos, trascendidas a la calle desde hace meses, reflejan las distintas concepciones existentes en el partido, donde Manuel Fraga ejerce como moderador y figura difícilmente sustituíble, al menos de acuerdo con las declaraciones públicas de los dirigentes aliancistas. Pero no debe olvidarse que Suárez se enfrentó a la decisión de convertir a Verstrynge en candidato a la alcaldía madrileña, decisión adoptada personalmente por Fraga. Todo indica que, en el congreso nacional de AP, que tendrá lugar en enero -se piensa en celebrarlo en Barcelona-, Fraga se inclinaría del lado de Verstrynge en caso de confrontación directa entre éste y el vicepresidente.La gran incógnita, pese a sus promesas de fidelidad a la coalición Popular, sigue siendo la actitud que adoptará el Partido Demócrata Popular, de Oscar Alzaga. Reforzado con casi tres mil cargos municipales obtenidos en las listas conjuntas con AP y UL, el PDP se encuentra ya inmerso en su operación crecimiento, caminando de la mano de las organizaciones internacionales democratacristianas. El nombramiento como nuevo secretario general de Julen Guimón, hasta ahora encargado de las relaciones internacionales del PDP, parece confirmar esta tendencia. Dirigentes del PDP critican frecuentemente, en privado, algunas actitudes de sus socios de AP y son, a. su vez, privadamente criticados, a causa de su ambigüedad, por los fraguistas, que ven un aliado mucho más firme en la pequeña Unión Liberal, de Pedro Schwartz. Paralelamente, en el PDP se contempla con cierta aprensión el nacimiento de nuevas operaciones de centro que tratan de capitalizar el voto conservador moderado.

Frentes de gobierno

El PSOE experimentará también, más a medio plazo que los anteriores, importantes variaciones en sus órganos directivos. Pero, al contrario que en los casos hasta ahora citados, los cambios se, derivarán fundamentalmente de los varios fuentes de gobierno a los que deben atender los militantes socialistas. Las próximas elecciones autonómicas, a celebrarse en marzo en el País Vasco y Cataluña podrían significar los primeros cambios en el reparto de papeles de la ejecutiva federal. Es posible, incluso, que la necesidad de contar con un firme candidato a la presidencia de la Generalitat fuerce una remodelación en el Gobierno. Ese sería el primer paso hacia una más profunda reestructuración de la ejecutiva socialista, que se operará en el XXX Congreso, a celebrar en noviembre de 1.984. El propio Alfonso Guerra vaticinó "importantes cambios internos" tras el congreso, aunque aún parezca algo precipitado especular con el sentido de tales cambios.

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