Desconcierto y signos de resistencia
El desconcierto entre los espectadores habituales a las reuniones bursátiles, junto con el cierto fondo de resistencia a la baja que ha manifestado el: mercado, de la mano de los vendedores potenciales que han continuado mostrándose remisos a ofrecer papel, han sido las dos características que han definido en mayor medida el comportamiento de los valores de renta variable en las reuniones de apertura semanal. Los discretos recortes que ofrecen los indicadores intersectoriales se corresponden con una realidad del entorno económico que resulta escasamente favorable para la evolución del precio de las acciones. La contraposición entre la impresionante fortaleza del dólar y el discreto reajuste al alza de los tipos de interés norteamericanos, y la debilidad de la peseta y los altos precios que mantiene el dinero en el mercado interbancario nacional, no componen lo que se podría llamar un caldo de cultivo favorable para la evolución de las cotizaciones.Sin embargo, y de aquí el porqué de la sorpresa dibujada en algunos rostros, el mercado consiguió afrontar su trance diario perdiendo en el empeño unas pocas centésimas, consecuencia directa de la apatía del sector bancario. Mientras, incluso, se permitían mejoras de una cierta consideración en valores aislados como podían ser CEPSA, Eléctricas Reunidas de Zaragoza, Asland o Vallehermoso. Prácticamente todos los analistas insisten en señalar que ante estas condiciones objetivas lo lógico hubiese resultado que las bajas se generalizasen y que el mercado hubiese iniciado un período depresivo que hubiese venido a poner de manifiesto la salida de fondos en busca de niveles de retribución más altos.
Sin embargo, y en opinión de los especialistas, este hecho no se ha producido como consecuencia de dos circunstancias dispares que han terminado por combinar entre sí. Por una parte se pone de manifiesto el que los inversores institucionales, los más ágiles a la hora de buscar refugios tibios para los fondos por ellos gestionados, mantienen sólo una discreta presencia en el mercado de acciones, y que sus inversiones están materializadas en valores seguros. Por otra parte, diversos observadores también han querido ver en este comportamiento una relativa expectación confiada ante lo que podría ser un plan de medidas económicas urgentes a asumir por el Gobierno para intentar sentar las bases de un incremento en la actividad del país. Junto a estos factores también juega el hecho de que existen algunos valores sobre los que están actuando los operadores a corto plazo con una fijeza sorprendente.
En cuanto al grupo bancario, cuyo comportamiento constituyó la mayor sorpresa de las reuniones de ayer por la facilidad con que aceptaron recortes en sus precios, los saldos que presentaron en el mercado madrileño no hicieron pensar que se encontrasen al borde de ningún cataclismo. Poco más de 81.000 modestos títulos sumaban las diferencias vendedoras para el conjunto de los siete grandes del sector. De ellos, 20.645 correspondían al Santander, mientras que en el extremo opuesto de esta clasificación figuraba el Vizcaya con algo menos de 3.500 acciones a la venta. Sin embargo, y a pesar de estas modestas cifras, sólo Banesto mostró deseos de no perder nuevas posiciones y se aferraba a su precio anterior, teniendo para ello que hacer frente a un saldo vendedor de 13.264 acciones.
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