Cierta confianza ante la firmeza del mercado
La pasada semana vino a representar algo así como la consolidación de las esperanzas de quienes habían apostado por la posibilidad de que el mercado ofreciera un comportamiento positivo antes de que la canícula veraniega aplastase cualquier intento de generar alzas en los precios de algunos de los títulos de más frecuente contratación.La resistencia a la baja que manifestaron eléctricas y constructoras recibió los más entusiastas comentarios por parte de un nutrido grupo de especialistas, que tan sólo comenzaron a dejar entrever algunos nervios cuando se mencionaba el comportamiento de Telefónica. En este valor se puede asegurar, asumiendo un mínimo riesgo de error, que está metido más de la mitad de ese peculiar mundillo que se inriueve, con relativa asiduidad, alrededor de la Bolsa, entendida ésta como mercado de títulos de renta variable. Hacía mucho tiempo que no se producía un fenómeno tan genérico y cuyo desenlace resultase tan claro para esa peculiar amalgama que componen los especialistas, operadores, analistas y los propios especuladores.
En el prolongado proceso alcista que han protagonizado los precios de esta compañía han participado casi todas las fuerzas vivas del mercado. Ha permitido que entrasen a comprar estas acciones prácticamente todos estos variopintos colectivos, con la esperanza, hasta ahora no defraudada, de que se mantuviese la trayectoria alcista de estos títulos. Detrás de este comportamiento existen las más variadas, y hasta curiosas, explicaciones, pero lo que sí es cierto es que el cambio observado en la política bursátil del monopolio, junto con algunas expectativas más o menos etéreas por el momento, pero sabiamente administradas, han sido capaces de disuadir a los vendedores de la conveniencia de mantener sus partidas, y a algunos de los potenciales compradores, de la necesidad de adquirir algunas de estas acciones por lo que pueda pasar.
Los reajustes a la baja que registraron las acciones de Telefónica en las dos últimas reuniones de la pasada semana ha puesto una sombra de mal disimulada inquietud en algunos semblantes. Por el momento no se ha producido la desbandada vendedora, y la propia compañía cuenta con elementos disuasorios más que suficientes para que, si se produce, sus resultados no se traduzcan de forma inmediata en los precios de sus títulos, pero la posibilidad de que algunos inversores institucionales comiencen a considerar suficietes las plusvalías generadas pueje poner nerviosos al resto de los recientes compradores de estas acciones.
En cuanto a los valores bancaríos, que han supuesto la gran decepción de algunos círculos de inversores bastante concretos, se han continuado rnostrando extraordinariamente reacios a sumarse gratuitamente al carro de las mejoras.
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