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Reportaje:

Hace 15 años, París era un 'brasero'

La agitación estudiantil vuelve a protagonizar hoy la vida francesa, pero la protesta actual es sólo, un remedo de la 'revolución' de Mayo del 68

Hace ahora 15 años, en mayo de 1968, Francia era un brasero. Por las mismas fechas, en 1983, la agitación estudiantil vuelve a protagonizar la vida francesa en las calles, pero, ante la imaginación y la contestación utópica y superrealista de entonces, las protestas de hoy aparentan un remedo. Los franceses, al recordar aquellas barricadas que impresionaron al mundo entero, estiman que pasarán a ser una fecha importante de la historia de Francia. Tres lustros después se observa que aquella revolución sin cadáveres produjo rupturas de orden cultural, pero no aceleró el cambio estructural de la sociedad.

Aquel mes de mayo de 1968, 15 años más tarde, se rememora en este país como una liturgia que pasmó a la historia. Todo comenzó en la universidad periférica de Nanterre, de la mano del llamado Movimiento del Veintidós de Marzo, que dirigía un muchacho pelirrojo, de origen alemán occidental, llamado Daniel Cohn Bendit.Desde esa fecha, que le dio nombre al grupo, hasta finales de mayo, París, en huelga total, como el resto de Francia, por el día era el paraíso del verbo: los estudiantes tomaron la universidad de la Sorbona y el teatro nacional Odeón, dos símbolos de una tradición cultural que los nuevos revolucionarios prometieron merendarse para siempre. Había llegado la hora de la imaginación, al poder, sed realistas pidiendo lo imposible; prohibido prohibir; gozar sin obstáculos; Sartre, cállate. No había ideología, sino ideas, y el barrio Latino parisiense vivía embelesado.

Por el día, en la Sorbona, en el Odeón, en las calles, en los cafés, se cultivaba la imaginación, y por la noche, cientos de miles de estudiantes, fervorosamente, desadoquinaban las calles para afrontar a las fuerzas del orden.

Barricadas, incendios, destrozos, heridos, bombas lacrimógenas, cócteles molotov, mientras que el mundo obrero, en huelga en toda Francia, arrastrado por los estudiantes, hacía guardia al acecho de una toma del palacio de inviemo.

El poder se resquebraja

Durante un mes, París volvió a ser la capital revolucionaria del mundo. El poder se resquebrajó. El pasado mes de abril apareció un libro, esperado en Francia con interés, para rellenar un hueco de la historia de aquel Mayo del 68: Baden 68 es el título de dicha obra, en la que el general Massu, por entonces jefe de la fuerzas francesas estacionadas en la República Federal de Alemania, cuenta sus conversaciones con el que era presidente, el general Charles de Gaulle, que, sin advertir a nadie, había huido de París por considerar que esto es el fin de todo, de la República, de la Iglesia".Massu cuenta que el 29 de mayo de 1968, en cuanto De Gaulle bajó del helicóptero que le condujo a Baden-Baden, le espetó: "Todo se ha ido al cuerno, Massu. Los comunistas han paralizado el país. Yo ya no mando nada, y por ello me retiro. Y como me siento amenazado en Francia, vengo hasta usted para determinar lo que hay que hacer".

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De Gaulle perdió su sangre fría mientras otros profetizaban, inspirados por la revolución estudiantil. André Malraux sentenció: "Ha empezado la gran crisis de la civilización occidental". El sociólogo Edgar Morin dijo: "Esto es un espasmo". Otros pensaron que era un orgasmo. El poeta Jean Cassou anunció que "el gran combate humano acaba de comenzar". Otro sociólogo, Jean Marc Cotidray dijo: "Mayo de 1968 ha abierto un nuevo período de la historia de la humanidad. La tranquilidad y el embrutecimiento de la sociedad capitalista en Francia han sido destruidos para mucho tiempo".

Pero a finales de mayo, De Gaulle, de vuelta de Baden-Baden, reconfortado por el general Massu señaló: "Calzo las botas de 1940", tal como tituló un diario de aquellas fechas. Arengó dramáticamente al país y al día siguiente un millón de personas desfiló por la avenida de los Campos Elíseos pidiendo árnica; esto es, el restablecimiento de la legalidad.

Días más tarde, la revolución, en términos electorales, al cabo de los comicíos legislativos anticipados, le dio a la derecha la mayoría más numerosa de la historia de la República.

Lo que queda de la jarana

Quince años después, ¿qué queda de aquella jarana fantástica que aconsejaba hacer el amor y no la guerra, y que un día, a la hora de la destrucción de todos los símbolos vivientes, se encarnizó contra el hoy presidente de la República, François Mitterrand, corriendolo a pedradas hasta que una portera le dio asilo? De Gaulle murió, como el que era su primer mínistro, Georges Pompidou. De los ídolos de la calle, todos aquellos muchachos que ahora cuentan 35 o 40 años, han desaparecido de la escena. Sólo Cohn Bendit (Dany el Rojo, como se le llamaba) reaparece de cuando en cuando en una emisora francesa y en la Prensa, a la que declaró el otro día que en cosa de cuatro o cinco años será ministro del canciller alemán occidental.En el podio de la sociedad francesa, tres lustros más tarde, las caras no son tan diferentes: Mitterrand, Chirac, Giscard, Marchais, Mireille Mathieu, Halliday, Lecanuet. El Estado, una de las dianas de Mayo del 68, es más fuerte que nunca, como el capitalismo. La familia, según todas las encuestas, es el nuevo refugio de las generaciones de los punk y bof.

Mayo del 68 fue una fractura cultural. La insurrección estudiantil, más que específicamente política, fue de ambiciones globales. Los revolucionarios de aquel mes de mayo querían inventar otra manera de vivir, de vestir, de sentir, de amar, de trabajar. Todo ello es la política, pero por primera vez se ofrecía como un todo vital: "Cuanto más hago el amor, más ganas tengo de hacer la revolución. Y cuanto más hago la revolución, más ganas tengo de hacer el amor", resumía uno de los lemas salidos de las barricadas.

En este plano, mayo de 1968 se ve hoy en este país como una frontera intelectual histórica. "La crápula estaliniana, detrás", voceó un día Cohn Bendit.

Envejecimiento ideológico

Por primera vez, seguramente muchos descubrieron que era posible ser de izquierdas sin ser comunista. Hasta entonces era difícil encontrar un intelectual capaz de criticar a Moscú. Hoy ocurre lo contrario. Fue en aquel mes de mayo cuando las ideologías que aparecían como un seguro de vida intelectual enfilaron las sendas del declive en Francia. Los sistemas de pensamiento y los políticos, como los compromisos ideológicos, envejecieron de repente.Acaba de aparecer la primera encuesta importante sobre la idea que hoy se hacen los franceses del Mayo del 68. El consenso es total para estimar que aquella revolución pasará a la historia contemporánea del país como importante.

Un 58% califica los acontecimientos de rebelión, y sólo el 29% considera que era una revolución. Sed realistas pidiendo lo imposible es el eslogan que más ha calado en el subconsciente colectivo. Y mayorías sustanciales de franceses están convencidas de que Mayo del 68 ha influido en las relaciones entre los profesores y los alumnos, los padres y los hijos, los patronos y los empleados y entre el Estado y los ciudadanos.

En mayo de 1983 aún resulta una broma aquella profecía que presentaba las barricadas como "un nuevo período de la historia de la humanidad". El barómetro literario de las últimas semanas dice que los libros más leídos hoy por los franceses son una novela de un autor tradicional, Maurice Clavel, titulada Harricana, y un ensayo político del ex ministro giscardíano de Justicia Alain Peyrefitte, con su libro Cuando la rosa se marchite (se refiere a la rosa socialista).

Pero no se sabe nunca, "porque la historia tiene la costumbre de avanzar enmascarada", dice un sociólogo. Raymond Aron, el sociólogo-periodista-filósofo, que fue amigo de Sartre en su juventud y que es quizá el comentarista más respetado en la Francia de 1983, no se atreve a hacer el balance de Mayo del 68, y dice que continúa "buscando la revolución inencontrable, sin saber si la he encontrado o no".

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