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Reportaje:

La casa del futuro, imaginación y electrónica

Máquinas para hacer hamburguesas, embutidoras, máquinas de tricotar, coser y planchar, amasadoras, portarrollos de papel higiénico, cafeteras accionadas por monedas, saunas, abrillantadoras, aspiradoras, barredoras, fregadoras automáticas y todo lo necesario para equipar un hogar con los últimos modelos en electrodomésticos se exponen en el XVIII Salón Nacional de la Electrificación, que se inauguró ayer y permanecerá abierto hasta el domingo, día 17, en el recinto ferial de la Casa de Campo.

Lo más espectacular de la muestra es la instalación de una casa del futuro. Mitad ciencia ficción, mitad realidad, representa, con la aplicación de todos los adelantos técnicos posibles, cómo será la vivienda del año 2000. La casa del futuro está hecha con metacrilato, acero, formica y cristal su forma es la de una nave espacial y es fruto de la fantasía. Sin puertas de ningún tipo, se accede a la nave a través de una pasarela en la que un robot llamado R12-2 se encarga de la bienvenida. Accionado por un mando a distancia, contesta a las preguntas de los visitantes. R12-2 pide repetidamente a todo el que pasa por su lado que le hablen más alto, como para que pueda escuchar la pregunta la persona encargada de responder, perfectamente camuflada entre el público, a la que ni los niños son capaces de descubrir.Una familia vestida a la última moda espacial, con mallas de licra negra, chalecos y gorros plateados, se mueve por la vivienda, que dispone de quinientos metros cuadrados y se divide en tres estancias de forma octogonal: cocina, dormitorio y salón. El dormitorio está compuesto por una cama redonda de tres metros y medio de diámetro, que más parece una fantasía de reminiscencias orientales que el lecho del año 2000. La misma cama sirve para toda la familia del futuro. "Yo soy un extraterrestre", dice uno de los niños del año 2000. "Que no", le responde su madre, "que somos humanos".

En el dormitorio se encuentra también la ducha, llena de tubos de plástico rosas y azules, que baña con agua de colores y a la vez perfuma el ambiente.

Desde el salón, a través de las ventanas, se observa la ciudad toda en tonos azules, llena de torres, luces de neón y naves espaciales. El 1984 de Orwell ha quedado desfasado; en un futuro ya no muy lejano la vida será cómoda, entre fantasías galácticas, y la electrónica se encargará de todo.

Trabajar sin abandonar el domicilio

En el salón se encuentra una pantalla gigante de cine, el sofá es de piel plateada, el suelo es de acero y la mesa de la sala es una esfera circular de espejos que debe girar y dar destellos de luz, pero que ayer, día de la inauguración, no se pudo poner en funcionamiento por problemas técnicos.Un microcomputador resuelve todo lo que un hombre puede hacer con un lápiz y un papel, sólo con accionar una de sus teclas. Recoge mensajes del exterior y admite todo tipo de programas, incluidos menús de cocina, direcciones. Si se conecta con un ordenador central situado en la oficina, se puede trabajar sin salir de casa.

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En el salón se encuentra también una de las grandes innovaciones de la electrónica, un sistema compacto de vídeo-disco y compact-disc, aparato que lee discos digitales mediante un rayo láser. En una sola cara puede comprimirse hasta una hora de música estereofónica ininterrumpida. La superficie del disco, que tiene doce centímetros de diámetro, está recubierta por una capa de plástico transparente que lo insensibiliza a las rayaduras, al polvo y a la suciedad. En el mes de mayo se pondrán a la venta en el mercado, a un precio aproximado de 2.300 pesetas. En cuanto al vídeo-disco, es un sistema de reproducción de la imagen contenida en un disco de tamaño similar a un larga duración, que tiene las mismas características del compact-disc.

La cocina es un espacio abierto en el que no se aprecia a la vista ni un solo elemento clásico. Todo está guardado en armarios. Un robot con una aspiradora último modelo se encarga de realizar el trabajo de la casa.

En la vivienda del futuro no faltan las máquinas de juegos espaciales, con comecocos incluido, que hacen las delicias de los niños, reprendidos por las azafatas de la feria para que miren los juegos pero sin tocarlos. Se incluyen también en las máquinas juegos didácticos para niños de edad preescolar, con clases de matemáticas y música.

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