Amor, orgías y batallas

A principios del siglo XVI, los cosacos se vieron engañados por las tropas polacas, junto a las que habían luchado para contrarrestar la invasión turca; al final de la contienda, habían perdido su hegemonía sobre las estepas. El coronel de cosacos Taras Bulba (que interpreta Yul Bryner) aguarda pacientemente la oportunidad de la venganza, alimentando en su joven hijo (Tony Curtis) el odio necesario para llevarla a buen término; el muchacho, sin embargo, se enamora de una joven polaca.

Fue J. Lee Thompson quien dirigió Taras Bulba en 1962. No pasará a la historia por ello. Con muy escaso argumento en sus manos, decidió prolongar la película con las orgiásticas fiestas que los cosacos organizaban, con motivo o sin él. La acción, pues, se interrumpe con situaciones pretendidamente espectaculares, que incluso incluyen algunos números musicales de tono muy menor: Tony Curtis y su enamorada (Christine Kaufmann) bailan en el prado, y Yul Brynner, en otro momento, hasta interpreta una canción completa. A ello se añaden los momentos poéticos de la pareja de enamorados que se sueñan en la distancia, y que son, realmente, de una enorme vulgaridad.

El gran presupuesto económico con que contó Thompson para dirigir esta película en los decorados naturales de Argentina le obligó, seguramente, a tales ilustraciones, pero el punto de partida del guión tampoco le permitía mayores lucimientos. Hasta que la tragedia se desencadena al final, las situaciones se repiten con monotonía.

Yul Brynner intenta aportar a su personaje la dureza de un líder violento y la ternura de un padre afectivo; diferencia con demasiada facilidad estos aspectos, sin poder acogerse a un guión que los haya matizado previamente. Su fotogenia es, sin embargo, eficaz. Tony Curtis y Christine Kaufmann sólo deben mirarse con ojos cándidos: lo hacen sin cesar.

Taras Bulba se emite hoy a las 16.00 horas por la primera cadena.