Flor Mukudy, elegida 'Miss' Guinea Ecuatorial en Madrid
Para Flor Mukudy la vigilia de Pascua de 1983 fue pródiga en acontecimientos gozosos. En primer lugar, la joven africana ganó, frente a otras cuatro aspirantes, la banda y la corona de flores que la proclamaban, por decisión de un jurado de compatriotas, como la más bella de las ecuatoguineanas residentes en Madrid.En segundo lugar, Flor tuvo la ocasión de bailar durante cinco largos minutos con el alcalde de la capital de España, que no perdió la ocasión de piropearla. "Lo primero que me dijo el profesor", comentó la miss al terminó del acto, "fue que era muy guapa. Luego me preguntó si estudiaba o trabajaba. No le vi cortado en nigún momento, sino muy cortés y también muy saleroso".
Flor había salido a la pasarela de la discoteca Okume, centro habitual de reunión de los ecuatoguineanos en Madrid y organizadora de este concurso de bellezas africanas, luciendo su escultural anatomía en los estrechos límites de un bañador azul. Salió, se paseó con garbo y ganó el título por unanimidad, y eso que era dura la competencia de las otras aspirantes. Después, en la ronda de copas que giguió al acto, Flor tuvo ocasión de contar que había nacido hace diecininueve años en Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial, hija de un alto funcionario de ese país, y que llevaba siete en España, adonde se trasladó con su madre y sus ocho hermanos, y donde ha obtenido el título de graduado escolar.
Ahora, la flamante miss estudia para llegar a ser una buena azafata de la aviación comercial y tiene un apuesto novio español, estudiante de Derecho, que no la perdió de vista a lo largo de toda la noche, ni siquiera cuando bailaba con el viejo profesor.
La presencia de Tierno en la fiesta africana complació extraordinariamente a la concurrencia, compuesta en su mayor parte por miembros de la representación diplomática y comercial de Guinea Ecuatorial en Madrid.
Tierno, que calificó de "intrépidas señoristas" a las participantes, coronó con naturalidad a la ganadora y no se arredró cuando fue invitado, casi desafiado, a bailar con ella.
Lo único que turbó al profesor fueron, eso sí, las constantes alusiones que los organizadores hicieron de su persona en términos de "padre de los africanos en Madrid".
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