'El monumento', tímida denuncia
En 1970 se encontraba el director José María Forqué sin saber muy bien qué camino del cine español le podía permitir una carrera continuada. Había intentado, con irregular fortuna, distintos géneros cinematográficos; mientras unos críticos destacan, su seriedad narrativa de Amanecer en Puerta Oscura, otros, los más, consideran que en la comedia -Atraco a las tres- encuentra Forqué su mejor inspiración. De cualquier forma, dentro de sus nobles intenciones, Forqué quedó siempre descolgado de las modas del cine español, toda vez que sus propuestas eran quizá más tímidas de lo que lo se hubiera deseado.El monumento, rodada en 1970 con guión de Rafael Azcona, puede servir de ejemplo de su dubitativa creatividad. Introduciéndose en la entonces prolífica costumbre del cine erótico, quiso denunciar la hipocresía de quienes controlan la moral ajena: una apetitosa mujer es requerida en secreto por miembros de las fuerzas vivas de una pequeña localidad, mientras su esposo, mediatizado por mediocres intereses venales, consiente en el coqueteo. Ella, abandonada pero intrépida, conseguirá descubrir a los timoratos. Es una temática frecuente en Forqué, que insistiría en ella con La cera virgen, y que no ha dejado de preocuparle desde que comenzara su carrera, pero a la que se ha acercado sin arriesgar el olvido de una parte del público. Su afán por respetar los deseos de productores e intermediarios, cuando él mismo no ha sido su propio productor, ha debilitado una filmografía de mayor interés. Así puede deducirse contemplando su buen trabajo en la dirección de la serie televisiva Ramón y Cajal, donde las presiones comerciales no le afectaron.
Analía Gadé hace un buen trabajo en El monumento, superando con su seguridad al amplio reparto de hombres, anclados casi todos en vicios de mal teatro, es decir, apoyando la parte caricaturesca de este filme, respetable y en cierto modo fallido.
El monumento se emite hoy, domingo, a las 22.00, por la segunda cadena.
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