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PAÍS VALENCIANO

Especialistas en catástrofes se pronuncian a favor de una política preventiva de las mismas

Prevenir las catástrofes es más económico y rentable, a largo plazo, que hacer frente a sus consecuencias, ya que estos hechos que periódicamente azotan a las sociedades modernas han dejado de ser hechos naturales. Frente a una política social de previsión que va detrás de los acontecimientos, es necesario desplegar una organización de prevención. En estos términos se manifestaron especialistas extranjeros y españoles, reunidos en Valencia por el Instituto de Asistencia y Servicios Sociales (IASS), de la Diputación Provincial, para realizar unos debates sobre emergencia social.La participación fue numerosa y relevante, ya que a partir del móvil cercano de las jornadas, la riada del Júcar, del 20 de octubre, en Valencia, los debates pasaron revisión también a las inundaciones en Holanda a raíz de las embestidas del mar del Norte, el seísmo de Argelia de octubre de 1980, la catástrofe en el colegio de Ortuella (Vizcaya), los terremotos de Friuli (1976) y sur de Italia (1980), catástrofe química de Seveso (1976) y otras experiencias de emergencia social aportadas por los ponentes.

El profesor italiano Luciano di Sopra, consejero del Ministerio de Protección Civil, expuso la organización de la emergencia y protección civil en su país en una conferencia que despertó gran interés, ya que demostró, con la teoría de la vulnerabilidad de los sistemas, que "las grandes catástrofes naturales son siempre de origen social" y que la sociedad que acepta este punto de partida "puede reducir con sus propias acciones, la vulnerabilidad y el riesgo". Para este especialista, su país se sitúa, en este campo -social, a caballo del desarrollo y del subdesarrollo, pues el último seísmo, de 1980, mostró a Italia tan vulnerable como un país subdesarrollado y, sin embargo, capacitado técnicamente como país desarrollado para articular la respuesta adecuada al desastre.

"Un terremoto de fuerte intensidad que se produzca en sistemas urbanos poco vulnerables", afirmó, "como, por ejemplo, los japoneses, genera daños insignificantes. El mismo terremoto, producido en sistemas urbanos altamente vulnerables de un país subdesarrollado, genera, en cambio, una catástrofe. Así ocurrió en Turquía y en Guatemala".

El Gobierno italiano decidió crear el Ministerio de Coordinación de la Protección Civil, adjunto a la Presidencia del Consejo de Ministros, ante la carencia de organización institucional demostrada a raíz de los últimos seísmos.

Por su parte, Abdelkader Lekahl, subprefecto de la República Argelina Democrática Popular, aportó a las jornadas la experiencia de los terremotos de El-Asnam, ocurridos hace tres años. "Nosotros educamos a la gente para que se acostumbre a vivir con el seísmo, a que hagan del seísmo una parte de su vida", afirmó, ya que encuestas realizadas a los damnificados tras la catástrofe concluyeron que el pueblo no quiere huir ni quiere abandonar las tierras donde ocurrió la tragedia, aunque las previsiones indiquen riesgos futuros de repetición del fenómeno natural. Por esta razón, es más oportuno reordenar el territorio y educar a las personas para hacer frente sin riesgo a la reedición de la tragedia.

Este punto de vista también fue destacado por el representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS), doctor Guttusg. "Las catástrofes naturales son la expresión de un proceso natural continuo, que se repite periódicamente. Hay que intentar, por tanto, concretar los medios preventivos antes de la catástrofe, así como los medios de rahabilitación a largo plazo".

La OMS organizó, en noviembre de 1981, una reunión internacional sobre estos temas, en Rabat (Marruecos), con trece países mediterráneos, que acordaron, según expuso Guttusg, repetirla en 1984.

La riada del Júcar resultó ampliamente reseñada por especialistas que participaron directamente en las tareas de emergencia. Joaquín García Roca, director del IASS, entidad que cubrió un vacío institucional por la ausencia de dotación para protección civil en España -Valencia contaba con un presupuesto de 23.000 pesetas durante 1982-, señaló en su ponencia que "si la riada de octubre nos encontró con una política de previsión insuficiente, nos demostró también que carecemos en absoluto de una política de prevención".

Para García Roca es necesario enfrentarse a una versión (le los hechos que "presentan las grandes catástrofes como fenómenos naturales más allá de nuestras contradicciones sociales. Según esta versión, la catástrofe de octubre habría sido el resultado de una lluvia abundante, incapaz de controlarse ni de predecirse en buena lógica científica, algo así como el efecto perverso inherente a determinados procesos meteorológicos".

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