La segunda mesa
La idea de la concertación, de la solidaridad, estuvo presente en la campaña electoral de los partidos de la izquierda y ha sido defendida por las más altas instancias del Gobierno actual. Días antes de la firma del AI, el ministro de Trabajo concretó la propuesta en el sentido de abrir una negociación sobre la política económica de los tres próximos años, después de la aprobación de los Presupuestos Generales M Estado para 1983. Tal propuesta equivale a decir que este año no se negociarán ni las partidas para la cobertura del desempleo, ni las inversiones generadoras de empleo, ni, en definitiva habrá concertación con las fuerzas sociales para la lucha contra el paro.Pese a esto, lo anunciado por el ministro de Trabajo habría producido, según los medios de comunicación, sorpresa en UGT, esperanza en CC 00 y acogida favorable en la CEOE. Esta díversidad de reacciones puede ser ilustrativa de la predisposición de las p4rtes y significativa respecto de sus intenciones. En este sentido merece destacarse el optimismo con que ha sido recibida por la CEOE la iniciativa gubernamental.
Su buena disposición ahora para la concertacíón económica puede basarse en la certeza de que así será más fácil rebajar los compromisos electorales del. PSOE y seguir ejerciendo una influencia provechosa para ellos en las decisiones sobre la política económica, social y laboral que vaya a tomar el Gobierno.
No producir decepciones
Pensando lo que ha ocurrido con la jornada de cuarenta horas -endosado a los sindicatos en la negociación del AI tras los contactos entre Ferrer Salat y Felipe González-; pensando en lo sucedido con las cotizaciones sociales, que gravan ahora más a los trabajadores y menos a los empresarios; pensando en la prórroga del decreto sobre contratación temporal, criticado a UCD hasta noviembre pasado; pensando en los nombramientos en la empresa pública, que en lugares clave sigue en manos de personas vinculada.s a la gran patronal, etcétera, los motivos para la sospecha sobre la actitud y táctica de la CEOE están bastante justíficados.
Abrir un marco de negociación con las fuerzas sociales es necesario y urgente. Pero, si no se crean determinadas condiciones, los resultados podrían ser decepcionantes. En CC 00 se tiene claro qué quiere negociarse. Lo que no está tan claro es lo que pretende el Gobierno. Y una cosa es la política de solidaridad y otra muy distinta pretender obtener un respaldo sindical para una política de corte estabilizador o para un pacto social a lo socialdemócrata, sólo que en fase de recesión y no de auge económico.
La cuestión no es sólo sentarse a negociar, sino, obvio es decirlo, qué se va a negociar y en qué marco. No hace falta ser ningún lince para prever lo que va a defender la patronal.
Lo primero es la lucha contra el paro
En actitud distinta, como también es normal, la posición de CC 00, que ya en su día dijo que el programa del PSOE era insuficiente -aunque en una serie de cosas resultara aceptable- para enfrentar los cambios estructurales que necesita este país, si queremos salir del -pozo de una crisis que tiene doble dimensión aquí, pues se añaden los efectos de la crisis general a los efectos del modelo de crecimiento y la estructura económica peculiar de España.
No voy a extenderme en la descripción del notable número de medidas tomadas hasta ahora por el Gobierno. Pero, sin negar que todavía le queda gran parte del capital político aportado por sus electores, me parece incuestionable que existe en la mayoría de éstos cierta decepción, pues, junto a determinadas iniciativas acogidas en tono positivo -incompatibílidades, menores sueldos para los altos cargos de la empresa pública, primer paso en el tema del aborto-, abundan mucho más las que se comentan en tono desaprobatorio -precios, imposición indirecta, cotizaciones sociales, pensiones y su reparto, conducta ante la negociación del Al, posición en la empresa pública, tanto en la negociación colectiva como en el camino de reducir plantillas y montar bolsas de paro, etcétera-. Tarribién cuenta lo que siendo absolutamente urgente no se hace, como, por ejemplo, modificar una ley básicá de empleo que más se parece a un artilugio legal para que desaparezca la protección a los parados que a otra cosa.
Pero quizá lo más significativo es la tesis boyerista de que lo primero es la lucha contra la inflación -hasta hace poco el PSOE sostenía que lo primero era la lucha contra el paro-, que, por encima de la polémica sobre la interrelación de lo uno y lo otro, refleja una visión, que, por decirlo con pocas palabras, es netarnente conservadora. Frente al paro se nos ofrece esperar a ver si hay suerte y en Estados Unidos se produce una reactivación. Es otro dato.
No podemos esperar
Hay que sentarse a negociar, y pronto. Pero hay que sentarse para hablar de política de solidaridad entre toda la sociedad, y no sólo de unos trabajadores. con otros. Es decir, una política cuyo eje sea que se sacrifiquen más los que más tienen.
Hay que sentarse a discutir los problemas estructurales de nuestra economía. y no cómo administrar la crisis, instalándose en ella y, por tanto, prolongándola y agravándola. Hay que hablar de reindustrialización y de la potenciación del sector público, con su necesaria racionalización, democratización y mayor eficacia, y no para ver si al hilo de la reconversión se consigue echar a más trabajadores a la calle.
Hay que hablar de la reforma agraria, del aumento de la inversión pública, de la ayuda a las pymes. Hay que plantearse un desarrollo progresivo de la fiscafidad, de la necesidad de mantener y aumentar en lo posible la demanda interna, lo que exige la defensa del poder adquisitivo de los salarios, así como pensiones dignas y suficientes. Hay que hablar de la mejora, racionalización y posterior reforma de la Seguridad -Social y no de su contrarreforma.-
Hay que plantearse la reforma del Estatuto de los Trabajadore! y no la extensión de la contratación precaria. Un principio esencial es que a trabajo fijo, trabajador fijo.
Hay que modificar, repito, la ley básica de Empleo y la sustitución del actual sistema de empleo comunitario, que permita una real y suficiente cobertura para el conjunto de los parados.
Hay que trazar un calendario más ambicioso para reducir la edad de jubilación, empezando ya por la de 64 años para 19,83. Lo mismo en reducción de la jornada.
Hay que plantearse el control de los recursos financieros; la planificación democrática que admite la Constitución.
Hay que enfrentar la necesidad de un fortalecimiento de los sindicatos y de una mayor democratización de las relaciones laborales.
be éstas y de bastantes más cosas. hay que hablar, negociar y procurar llegar a acuerdos.
Lo probable es que la derecha económica sienta mucho menos interés en sentarse si sabe qije todo esto forma parte del temario que debe tra tarse. El quid es convencerla de que ni podrán escamotear los temas ni aguar los resultados, para lo cual también hay que persuadirla de que, si no negocia, puede ser peor para sus intereses. Y esta es una cuestión de relación de fuerzas. Piedra de toque va a ser la opción que tome el Gobierno y el partido en que se sustenta.
Por eso, desde el principio, debe quedar patente que no puede pensarse en una superación progresista de la crisis sin apoyarse a fondo en los trabajadores y sectores populares; sin movilizar a fondo todo el potencial que representa nuestra clase: sin presionar a fondo pata vencer todos los obstáculos que van a darse.
Lo de la segunda mesa significará un avance en la medida que, para abrirla, para definir los problemas y las soluciones que deben plantearse, se consiga previamente y durante la misma negociacion desarrollar un debate nacional, en el que juegue un papel protagonista el movimiento obrero y los trabajadores; debate simultáneo a una amplia movilización social.
Esperar, expectantes, que se abra una negociación por los vértices y limitarse a seguir por los medios de comunicación cómo van las cosas es garantía de muy mediocres resultados, si es que llega a haberlos.
Cuando se culmine el análisis de lo que fue el ANE se verá que, junto a sus defectos e insuficiencias, tenía varias virtualidades. Una de ellas era que iba en algunos aspectos más allá de la política de UCD antes del acuerdo.
Es lógico y necesario que CC00 trate de tirar también hacia delante y busque cómo superar las limitaciones de la política de¡ Gobierno. Quedarse en el plano de la mera vigilancia para que éste cumpla sus compromisos es explicable desde la posición de UGT. Pero CC 00, de acuerdo con su programa, ha de ir algo más lejos.
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