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La inflación

La fórmula de sentarse sobre los precios que, con tanta reiteración como incongruencia, practicaron en los últimos años los Gobiernos de UCD, muy especialmente en la última etapa de Calvo Sotelo y en el virreinato de Abril Martorell, nunca fue eficaz para conseguir reducciones sustanciales del índice de precios al consumo comparables con los conseguidos por los países de nuestro entorno económico. El más, por meritorios que fuesen los leves descensos conseguidos en el IPC durante los tres últimos años, el diferencial de ingación con respecto a los países de la OCDE ha venido creciendo de año en año.Ahora que, de nuevo, se aplazan subidas de algunos precios autorizados, parece como si no quisiéramos tener en cuenta que los precios no son sino una resultante del funcionamiento del sistema económico y recogen las principales tensiones que existen en el modelo de crecimiento vigente. Aislar los precios del resto de la economía sin contemplar los aspectos con los que se relacionan y contraponen constituye un simplismo fácilmente vulnerable de la problemática económica global. Las medidas monetarias, fiscales, crediticias, y hasta penales nunca son suficientes -aunque, en ocasiones, sean necesarias- para contener el alza de los precios. Si estas medidas se aplican y se mantienen de modo contundente, la ralentización del crecimiento económico y el aumento del paro, entre otras consecuencias no menos peligrosas, son casi inevitables. Si, por el contrario, son aplicadas suavemente, no dan casi nunca resultados positivos o tienen un efecto pasajero, perjudicial y desorientador.

Frenar los precios al consumo, no basta. Es preciso, además, cegar la fuente de las tensiones alcistas, y estas fuentes están tanto en una infrautilización de la capacidad productiva como en las deficiencias estructurales del sistema económico. Llevar a cabo una reconversión industrial, paralela a una reestructuración comercial, es un auténtico reto a la imaginación y a la audacia de los responsables de la política económica española, porque está comprobado que en algunas etapas los precios pueden ser bloqueados, controlados o vigilados por unas simples medidas congeladoras o dilatorias, Pero las deficiencias de los circuitos de distribución, las dificultades del transporte, la falta de una suficiente red frigorífica y la existencia de unos intermediarios con poderes casi monopolísticos han sido y siguen siendo la causa de una continua aceleración de los precios al consumo sin que los productores, industriales o agrarios, perciban una remuneración suficiente, mientras el consumidor paga cifras cada vez más altas.

9 de marzo

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