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Las elecciones francesas

Ciertamente hay que esperar a la stgunda vuelta para emitir un julcio concluyente sobre los resultados de las elecciones municipales francesas. Pero también es verdad que la clara tendencia favorable a la, oposición evidenciada en casi todo el ámbito de la geografia del país vecino no ofrece dudas. Y que algunas de las derrotas registradas por personajes relevantes del partido socialista -entre ellos, nada menos que el secretario general en uno de los distritos de París- resultan altamente significativas.Es evidente que estas elecciones rriunicipales, tal como se había señalado en esta misma columna, no responden tan sólo a intereses localistas y que, dada la politización que ha sabido insuflarle la oposición, a semejanza de lo que, hicieron los socialistas hace un quinquenio, tienen un alcance nacional. Lo demuestra la fuerte participación en todo el territorio, con una respuesta que revela mayor poder de convocatoria por parte de las fuerzas ponservadoras. Los avances de estas últimas en ciertas zonas urbanas tradicionalmente izquierdistas son incluso sorprendentes y, de confirmarse el próximo domingo, constituirían una muy seria advertencia para Mitterrand.

Es de suponer que el Gobierno, cuyo presidente, Mauroy, lo mismo que Defferre, ministro del Interíor, se encuentran en dificultades en sus respectivos feudos de Lille y Marsella, hará un desesperado esfuerzo por movilizar a la opinión de izquierdas e intentar frenar el avance conservador. Pero sea cual sea la dimensión de la victoria definitiva de la oposición -con Chirac a la cabeza en la alcaldía de París-, puede ya asegurarse que no será debida únicamente a la clásica ley del péndulo y que, entre otros factores, tiene que haber influido principalmente el negativo balance de la gestión económica. El descenso de la moneda, la menor productividad industrial, la mediocre competitividad en el terreno del comercio exterior, denunciados por la derecha en el curso de la campaña electoral, si es que no eran ya evidentes, han pesado decisivamente, sobre todo cuando tampoco ha conseguido el Gobierno cumplir con el más esencial de los objetivos: la arninoración del desempleo.

Todo ello no significa que el panorama político vaya a cambiar en el plano gubernamental, ya que unas elecciones municipales ño mandan fuera del ámbito local. Pero la espectacularidad de los primeros resultados obliga, desde este momento, a los actuales mandatarios franceses a estar sobreaviso y a no poder ignorar el gesto de desilusión y de descontento expresado en estos sufragios, tan sólo a los veinte meses de acceder los socialistas al poder.

8 de marzo.

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