El Banco de Santander comprará definitivamente todas las acciones de Electra de Viesgo que le sean ofertadas
El Banco de Santander adquirirá definitivamente todas las acciones de Electra de Viesgo que le sean ofertadas, pagándolas al 180% de su valor nominal, al no haberse presentado en el plazo previsto por la ley ninguna oferta pública de adquisición de acciones (OPA) que mejorase las condiciones de la segunda de las presentadas por esta entidad. Iberduero, por su parte, había retirado su OPA que mejoraba la inicial del Santander, pero que se había visto desbordada por la última realizada por la entidad que preside Emilio Botín.
La adquisición de un número de acciones de Electra de Viesgo que permitiera el control de la sociedad, dio lugar a una de las más duras batallas que se recuerdan en la historia financiera de nuestro país. Viesgo es una de las sociedades eléctricas reputada de ofrecer un mayor nivel de rentabilidad, y que presenta uno de los menores índices de endeudamiento del sector. Su territorio natural de actuación prácticamente se limita a la región cántabra, e históricamente ha mantenido unos lazos estrechos con el gigante del sector, y vecino suyo, Iberduero.El origen de estos lazos, aparte de la propia proximidad territorial, viene dado por la participación que en las dos compañías mantenía el Banco de Vizcaya, en cuya sede social se encontraba el domicilio de Viesgo. La materialización de estas estrechas relaciones son, aparte de un fluido nivel de intercambio, las sociedades Nuclenor y Terminor, propietarias de la central nuclear de Santa María Garoña y de la térmica de Guardo, respectivamente.
Por su parte, el Banco de Santander, a pesar de que Viesgo es una empresa típicamente cántabra, nunca había conseguido acceder al estatuto de banquero de esta sociedad. El negocio bancario que generaba la compañía se lo repartían entre el Vizcaya y Banesto, y aunque una entidad absorbida por el Santander a mediados de los años cuarenta, el Banco Mercantil de Santander, históricamente había estado incluido entre los banqueros de esta compañía eléctrica, la entidad que preside Emilio Botín había encontrado severas reticencias en el consejo de Electra de Viesgo para conseguir una presencia efectiva en la compañía eléctrica de su provincia de origen.
Así, hace poco más de un año, y aprovechando la situación deprimida que atravesaban las Bolsas españolas en general y los valores del sector eléctrico en particular, los hombres del Santander iniciaron una discreta campaña de compra de acciones de Electra de Viesgo en los mercados de valores nacionales, que les llevaban a encontrarse en posesión de un 15% aproximadamente de las acciones de esta compañía eléctrica.
Según medios del sector, el Santander pretendía entonces forzar a los banqueros de Viesgo para que Ie cediesen una parte del negocio bancario de la compañía, y además conseguir acceso al consejo de administración de la sociedad. Al parecer, y posiblemente ante el silencio con que fueron respondidas estas peticiones del Santander, los responsables de la entidad bancaria pusieron en marcha una estrategia alternativa que pretendía llevarles a controlar el 51% de las acciones de la sociedad. Así, apareció la primera OPA cursada por el Santander, en los primeros compases del pasado mes de enero, y que limitaba su oferta de compra al 33% de los títulos.
La reacción de Iberduero no se hizo esperar, y pocos días después realizaba otra oferta en la que elevaba la cantidad de títulos que se manifestaba dispuesto a tomar al 50% de los existentes, y ofrecía pagarlos al 170%, mejorando también de esta forma la oferta inicial del Santander.
Entre estas dos ofertas, medió toda una guerra de nervios y de imputaciones desde círculos próximos y normalmente interesados, a Iberduero y al Banco de Santander. Se reputaba que la operación que pretendía la entidad montañesa podía tener un marcado carácter especulativo, mientras que a Iberduero se le reprochaba que en su actual situación fuese a enfrentarse con el gasto que representaría la adquisición del 50% de las acciones de Electra de Viesgo.
Las contraargumentaciones también venían por las dos partes. En círculos próximos al Santander se aseguraba que era una operación financiera rentable y que además constituía el colofón de una de las aspiraciones históricas del banco: mantener una presencia mayoritaria en la compañía eléctrica de su región. En cuanto a Iberduero, medios próximos a la compañía, argumentaron que se trataba de una operación técnicamente clara, y señalaban los múltiples lazos existentes entre las dos sociedades eléctricas y las realizaciones comunes, así como la propia capacidad de generar los recursos suficientes como para hacer frente al desembolso.
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