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Reportaje:

Eurovisión: cantar con la cara muy alta

Por primera vez en la historia de nuestra participación en el festival de la canción de Eurovisión, España va a poder cantar con la cara muy alta. La cara, en esta oportunidad, va a ser la de Remedios Amaya, alguien que no tiene nada que ver con los productos inexportables, pero insistentes, con que, año tras año, hemos ido asolando las diversas geografías que han albergado el macrocertamen.Por primera vez, también, España no va a soltar cuatro tonterías a los compases de cualquier porróm-chimpún pensado especialmente para un público televisivo europeo supuesto como subnormal.

La canción de Eurovisión no es ni más ni menos que un tema respetuoso para cualquier mercado consumidor, al margen de que pueda o no entusiasmar.ç

'Quién maneja mi barca'

La canción se llama Quién maneja mi barca, sus autores son José Miguel Evoras e Isidro Muñoz, y los arreglos son de los mismos arreglistas de Mecano. Se ha tratado de hacer no sólo con este tema, sino con todos los otros que componen el nuevo LP de Remedios Amaya, una investigación de lo moderno teniendo como búsqueda original las raíces: en este caso, el flamenco, seguramente la mejor música con que contamos en nuestro país, la más genuina, intacta a pesar de todas las mixtificaciones, de todas las panderetas y faralaes añadidos. Remedios Amaya, que en realidad se llama María Dolores Amaya Vega, tiene 21 años y dos discos de larga duración que han llegado sólo a los catadores avisados.Televisión, que este año, por primera vez, ha elegido a su representante sin tener otra cosa en cuenta que la propia política de la casa -la elección se ha realizado a través del director de programas musicales y el director de programas de TVE-, corre el riesgo de que a Remedios la confundan con Lucía -que estuvo en Eurovisión el año pasado- o con cualquier folklórica de las que ahora se lavan la cara con jabón electrónico.

Con todo, es un error difícilmente sustentable: basta con oírla cantar para comprender que Remedios es diferente, al margen del papel que pueda hacer en Eurovisión, de si gana o pierde, de si la irremisible horterez del certamen la empuja a naufragar o, milagrosamente, nos la muestra tal como es; aunque tal como es sólo se la puede apreciar, como a todo lo auténtico, dentro de la máxima desnudez, del despojamiento de una madrugada de vino y cante en cualquier domicilio privado, sin luces, sin orquesta y sin presentadora de las siete lenguas.

El festival de la canción de Eurovisión se celebrará, en su edición número veintiocho, el próximo día 23 de abril, en la ciudad de Munich.

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