Craxi abre la posibilidad de una colaboración entre los socialistas y comunistas italianos
El secretario general de Partido Socialista Italiano (PSI), Bettino Craxi, manifestó, en su esperada intervención de ayer en el congreso del Partido Comunista Italiano (PCI), la "disponibilidad" de los socialistas para reducir las distancias que les separan del PCI y para establecer un diálogo concreto sobre amplias áreas de la problemática situación que atraviesa Italia.
De esta manera, Craxi dejó una puerta abierta a la propuesta lanzada la víspera por el secretario general del partido comunista, Enrico Berlinguer, sobre una "alternativa democrática", con los socialistas como interlocutores privilegiados, que sustituya a la Democracia Cristiana en el poder.El XVI Congreso del PCI entró ayer en su segundo día con un ambiente más informal, frente a la frialdad imperante en la primera jornada. Este clima contrastaba con anteriores asambleas comunistas, en las que los signos, los aplausos calurosos o los eslóganes repetidos caldeaban el ambiente. Para los observadores, hay que buscar este cambio en el hecho de encontrarnos ahora ante un congreso de transición, en el que se esbozan cambios probablemente serios de cara al futuro.
Mientras se suspendían las intervenciones de los oradores, los delegados leían tranquilamente los periódicos de la mañana, en los que abundaban signos de decepción referidos al informe pronunciado por Berlinguer. "Un paso adelante, tres hacia atrás", tituló ayer a toda página en su portada el diario Il Manifesto (del área comunista), remedando y corrigiendo la famosa frase de Lenin. Reacción similar tuvieron otros periódicos de tinte socialista, incluido el órgano oficial del PSI, Avanti.
Un discurso esperado
Cuando Craxi subió a la tribuna se hizo un silencio total y la atención de los presentes quedó colgada durante media hora de cada una de las palabras pronunciadas por el líder del partido socialista, que hoy comparte el poder con la Democracia Cristiana.Craxi había prometido que su intervención no tendría el carácter de saludo ritual a los congresistas. Y así fue. Comenzó por dejar bien sentado que las relaciones entre los dos grandes partidos de la izquierda no son buenas, que están enrarecidas por agrias polémicas y que existen abundantes puntos de discrepancia en temas fundamentales, como la política internacional y el desarme A este respecto, defendió, por ejemplo, una tesis ayer rechazada por Berlinguer relativa a la necesidad de encontrar un equilibrio nuclear negociado y controlado.
Señaló también que aunque están abiertas las puertas para un futuro mejor y distinto de la izquierda italiana, este porvenir es aún confuso y poco definido. Y, de paso, lanzó la teoría -tan querida para Craxi- de la necesidad de reformar las instituciones del Estado, tema en el que los comunistas no están en absoluto de acuerdo.
Sin embargo, Bettino Craxi dejó bien sentada su disponibilidad hacia el PCI: "Aun considerando las diferencias y las dificultades, existe todavía entre nosotros una concreta área de colaboración que es bastante amplia y que se refiere a variados campos".
Incomunicación PCI - PSI
Señaló el líder socialista que uno de los más graves problemas a solucionar es la incomunicación que hay entre los dos partidos y que esto debe hacerse en base al principio de la tolerancia y de la autonomía; y, sobre todo, de que nadie está en posesión de la verdad o tiene el monopolio de "una línea justa".Por otro lado, considera necesaria la mencionada convergencia entre comunistas y socialistas, ya que, dada la gravedad de la crisis y el ansia de renovación existente en el pueblo italiano, hay que buscar fórmulas nuevas que conduzcan a una sociedad basada en la conjugación entre socialismo y liberalismo.
Para Bettino Craxi no sirven ni las recetas conservadoras ni las de la nueva derecha, como tampoco las planteadas por sociedades burocratizadas o corporativizadas (alusión a los países del Este y a las dictaduras).
Para los observadores, la hábil respuesta de Craxi, con su dosificación de aperturas y diferenciaciones con relación al PCI, tiende una mano a algunos sectores comunistas, como el que se adjudica a Giorgio Napolitano, partidario de un acercamiento a los socialistas. Este sector ha sufrido un duro castigo de las bases en la fase previa al congreso.
Los delegados tienen ahora su atención puesta en la batalla que se desarrolla en las comisiones y de la que saldrá una mayor clarificación sobre el proceso de cambio del Partido Comunista Italiano. Las primeras impresiones recogidas apuntan a que existe cierto malhumor en la base, descontenta con el informe de Berlinguer por su falta de incidencia y apertura en el tema de la democratización interna del partido (el líder del PCI insistió en la defensa del centralismo democrático, al que consideró no como un instrumento ideológico sino como un método de vida interna partidaria).
Otros congresistas critican en privado la propuesta de alternativa democrática, por considerarla como una especie de compromiso histórico bis en el que se presta excesiva atención a los católicos progresistas mientras se olvida el camino de una auténtica alternativa de izquierdas.
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