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La hora de los 'olvidados'

Ha continuado la bolsa discurriendo por unos cauces alcistas, en los que el principal protagonista continuaba siendo la importante contención vendedora a la que están sometiendo los responsables de las principales entidades financieras a sus respectivas carteras. Junto a esto, los deseos de obtener plusvalías fáciles y rápidas están contribuyendo a aumentar los procesos favorables entre valores de segundo orden que habían permanecido sumidos en el olvido de los inversores durante bastantes meses. La nota más característica de las reuniones de ayer fue que algunos d e los valores más significativos del sector bancario decidieron, al fin, incorporarse explícitamente a la corriente positiva, mejorando sus cambios anteriores en porcentajes de alguna consideración.Esta circunstancia ha dado lugar a que se extendiese una especie de temor entre algunos especialistas que han estado trabajándose el chicharrillo, por la posibilidad de que unas subidas generalizadas en el grupo bancario desplacen por completo el interés de los compradores por los valores secundarios y se centren la mayor parte de las órdenes de compra en las acciones de los bancos más importantes. Para esta reacción bancaria se han unido dos factures. Por una parte, el hecho de que los saldos vendedores que aparecían en la mañana de ayer eran francamente ridículos -el más empapelado resultaba el Central, con 4.810 títulos de diferencia negativa-; por otra, el que algunas de e9tas entidades parecen haber dedicido dar ya rienda suelta a las mejoras, como consecuencia de que esta endeblez de la oferta parece ser real y de que hay muy pocos títulos ofertados por fuera de los canales del propio mercado, junto con el propio interés en mejorar sus precios.

Este panorama se repetía en las cuatro bolsas españolas casi linealmente. Tan sólo Barcelona, cuyo índice había ganado 1,24 puntos en la reunión, mostraba al cierre una mayor debilidad, posiblemente como consecuencia de unas cautas retiradas de la demanda en las postrimerías de los corros. Por el contrario, en Madrid quedaba algo más de una treintena de valores demandados en firme, frente a media docena escasa que aparecían con papel publicado después de cerrar las operaciones.

Por contra, los valores eléctricos son quienes no consiguen ofrecer ningún comportamiento digno de mención. Los pagos de sus próximos dividendos se encuentran aún demasiado lejanos, y el interés de los inversores ha disminuido notablemente, casi al mismo ritmo que los ya típicos rumores sobre incrementos, descenso, modificaciones y un largo etcétera en sus dividendos.

Las referencias que hizo el ministro de Economía y Hacienda, Miguel Boyer, en cuanto a la favorable evolución de los mercados de valores, precisamente en las fechas coincidentes con los debates sobre la incautación de Rumasa, promovieron que, posiblemente por primera vez en la vida, los representantes de las formaciones políticas conservadoras reconocieran que las bolsas españolas, y más concretamente sus índices generales, presentan unos escasos niveles de fiabilidad. Con todo, en esta ocasión habría que apuntar que si se ha manipulado ha sido fundamentalmente a través de entidades privadas -y lo de entidades va en plural- y centrándose la actuación compradora sobre una importante muestra, por su número, de valores de segundo orden, en contra de lo que ha venido siendo práctica en los momentos de necesidad, cuando las mejoras se centraban en Telefónica y el sector bancario.

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