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Entrevista:El domingo 6, dos citas históricas ante las urnasLas elecciones municipales, primera prueba para la izquierda francesa / 3

Paul Quiles: "París se está quedando sin habitantes, sin empleo y sin industria"

Pregunta. ¿Cómo influirán en el resultado de las elecciones municipales los veinte meses de Gobierno socialista en el país?Respuesta. Para mí, las próximas elecciones son locales antes de nada. Se trata de votar por un buen alcalde y por buenos concejales. El contexto político global es cierto que ejercerá una cierta influencia sobre el elector, pero creo que la oposición ha cometido errores tácticos serios durante las últimas semanas, al adelantar una gran victoria de la derecha y comportarse como si estas elecciones estuviesen destinadas a comprometer los resultados de la primavera de 1981. Desde hace una decena de días parece que la derecha es menos triunfalista.

P. Los sondeos dan a Chirac como ganador en París. ¿Qué crítica hace usted de su gestión?

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R. La gestión del alcalde saliente no ha resuelto en profundidad los problemas de los parisienses. Es la gestión típica de la derecha, que privilegia los gastos a corto plazo con miras electoralistas y no la única inversión capaz de preparar el futuro y de favorecer de forma duradera la solidaridad entre los habitantes de una misma ciudad. El centralismo extremado y el carácter tecnocrático de la gestión de Chirac conducen irremediablemente a París a convertirse en una ciudad cada vez menos humana, en la que la soledad y el anonimato ya son la regla. París se está quedando sin habitantes, sin empleos, sin industria. El alcalde saliente, en suma, conduce a la ciudad hacia la pérdida de su sustancia.

'Una voluntad de cambiar el orden de las cosas'

P. Como hombre de izquierdas, ¿qué aporta usted que Chirac no pueda hacer?

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R. Lo que un hombre de izquierdas aportará de nuevo es precisamente una gestión diferente y mejor, o más y mejor. París es una ciudad rica, pero que con los años se ha hecho una ciudad muy cara, que crea dificultades cada vez menos soportables para los jóvenes, los ancianos y para los parisienses más modestos. Un hombre de izquierdas aportará la voluntad de cambiar el orden de las cosas y desplegará una ambiciosa política de renovación. Esta política se traducirá en la mejora del alojamiento, de los transportes, de las instalaciones culturales y deportivas y de la creación de empleos. La gran riqueza de París se pondrá al servicio de los parisienses. Una gestión municipal no es neutra, sino que debe inspirarse en una concepción general de la sociedad. Un hombre de izquierdas administrará París de acuerdo con sus grandes opciones: más igualdad, más responsabilidad, más solidaridad. Esta es, en definitiva, la diferencia respecto a la gestión de un hombre de derechas adepto al conservadurismo y al liberalismo salvajes.

P. Los lemas de sus carteles propagandísticos hablan de "París, ternura", "París, juventud" y los del alcalde saliente incitan a "Amar París con Chirac" o "Amo París, voto Chirac". ¿Qué significan estos sentimientos en esta campaña electoral?

R. La ternura y la felicidad son dos ideas nuevas que yo he querido-desarrollar a lo largo de toda mi campaña, porque es menester devolverle a París su dimensión humana para que, cada cual, pueda encontrar su sitio y pueda vivir en armonía con su entorno. Chirac, por medio de su propaganda, dice "Amo París, voto Chirac", y yo, pregunto, ¿por qué, entonces, París se despuebla? De verdad, a salvo de algunas operaciones de prestigio, Chirac: no ha facilitado la vida de los parisienses.

'Hace falta imaginación'

P. A su juicio, ¿cómo tendría que ser en 1983 un alcalde de una gran ciudad como París, Roma, Londres, Madrid?

R. Dada la complejidad de los problemas, la competencia es una de las cualidades necesarias, pero liberándose de la ilusión tecnocrática. La competencia no es suficiente. Tiene que ir acompañada de voluntad y de imaginación: voluntad política, porque no se pueden administrar las grandes metrópolis sin un proyecto ambicioso que corresponda a una voluntad política clara. Y, al tiempo, hace falta imaginación, porque los problemas de este tipo de ciudades exigen soluciones nuevas. Por fin y sobre todo, quizá, los alcaldes de las grandes ciudades deben ser demócratas. Sólo la democracia, el estar a la escucha permanente de los ciudadanos, es eficaz.

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